03 noviembre 2011
Plaza Universidad... la plaza de mis recuedos
Como me resultó prácticamente imposible conseguir imágenes para ilustrar este nostálgico mamotreto, voy a pedir su bonita comprensión para que en complicidad con su memoria o imaginación, ustedes mismo ilustren con imágenes salidas de su recuerdo, este espacio dedicado a la remembranza. O sea pues, que no encontré ninguna trinche foto, así que ahí se lo imaginan… ¿va?
Mi más antiguo recuerdo de Plaza Universidad se remonta a mi infancia más lejana, quizás cuando yo tenía entre cuatro y siete años, prácticamente un escuincle nalgas miadas en potencia. Por cierto, en este momento abro un paréntesis para explicarle al respetable, porque a veces se me olvida que la gente que lee esta mugre no necesariamente vive en el la Ciudad de México, que Plaza Universidad es un centro comercial (Mall) ubicado en esta hermosa ciudad de la nube gris. Ahora si, como les decía, por aquellos años cuasi jurasicos, mi padre, el biológico, solía llevarnos a dar la vuelta a este singular lugar. No estoy seguro si este Centro Comercial fue el primero de México, quizás el segundo después de Plaza Satélite, pero de que fue uno de los tres primeros, eso lo podría apostar (según una fuente Plaza Universidad se inauguró en 1969 y Plaza Satélite en 1971, así que posiblemente fue la primera plaza comercial en México).
El principal atractivo de Plaza Universidad, era sin duda Sears, la tienda departamental con una imagen gabacha que atraía a todo huehuenche malinchista cansado de comprar en los “cajones” del país, tipo: “El Puerto de Veracruz” o “Astor”. Las personas que han tenido la oportunidad de viajar a la hermana Republica de la Hamburguesa (USA), sabrán que allá Sears no es más que una tienda de medio pelo, en donde básicamente se venden herramientas y electrodomésticos… nada “nice” que digamos. Sin embargo, aquí era vista, como hasta la fecha, como una tienda departamental para pirrurris wannabe de clase media alta tirando a gacha. El Sears de Plaza Universidad quizás fue la segunda tienda de la cadena en México, la primera seguramente fue la que se encuentra sobre la avenida de los Insurgentes.
Mi padre que siempre fue fanático de armar y desarmar sus coches (primero un Falcon y luego algunos Mustang), acudía frecuentemente a comprar sus herramientas al Sears de Plaza Universidad. Por cierto, una de las primeras tarjetas de crédito que él tuvo fue de esta tienda, así que si de endrogarse se trataba, pues ahí había que estar. La tarjeta de crédito que hasta hace poco tenía y que por azares del destino (y de mi estúpida memoria) perdí, recuerdo que era metálica y no como las que existen ahora de plástico.
Mientras mi padre compraba en Sears sus “fierros”, mi madre cargaba a sus dos chilpayates, yo uno de ellos, y se paseaba por entre los pasillos de la plaza comercial. Yo recuerdo perfectamente que había una fuente pequeñita afuera de una tienda (me imagino que era Sanbonrs) en forma de un niño orinando, tipo el “Manneken Pis” de Bruselas, que a mí me encantaba y me causaba mucha gracia. Otra fuente que recuerdo perfectamente, era una hecha a base de ollas de barro sobre piedras de río de las que salían chorros de agua. Esta otra fuente de ollas tampoco recuerdo bien en donde estaba, pero posiblemente era por la entrada en donde ahora se encuentra Deportes Martí. Como verán, desde aquellos tiempo ya se dejaba ver mi afición por las fuentes, o sea, ya tiraba pa’ joto desde entonces. Bueno no, la verdad es que un par de niños de 5 y 6 años solo se divertían con este tipo de cosas.
El tiempo pasó. Me fui a vivir a la maravillosa ciudad de Chihuahua un año. Cuando regresé, tenía ya nueve añotes, todo un pre pre pre puberto. Mi Sacrosanta dejó a su marido por allá, pero nada tonta, le dio baje con la tarjeta de crédito de Sears. Esta situación hizo que constantemente visitáramos Plaza Universidad, ya fuera para comprar algo en Sears o bien, para tomar chocolate y pagar lo que se debía (como dice el cha cha cha).
Ya con 11 años, mis visitas a Plaza Universidad cada vez eran más disfrutadles. Recuerdo que dejábamos en coche en el estacionamiento subterráneo y entrábamos por el sótano de Sears. Lo primero que veía al entrar, eran las motos con las que siempre soñé y que nunca tuve (quien me manda haber sido jodido), eran una Carabela, una Minimoto y una Ponymoto. Recuerdo el precio perfectamente, 4,999 pesostes (de los de antes), mismos que obviamente jamás tuve. Enseguida, y luego de pasar a lado de las trinches motos que tanto se me antojaban, me topaba con un montón de herramientas de todo tipo y llantas para automóviles; el olor era muy particular, aun lo recuerdo perfectamente, era olor a hombre, a feromona con testosterona pura. Claro que a los 11 años aquellos fierros me resultaban harto aburridos, así que mientras mi madre acudía al departamento de Crédito y Cobranza a caerse con su mensualidad, yo me iba o bien a los juguetes, o a donde vendían peses y mascotas. Siempre que estaba en el departamento de juguetes, no perdía la oportunidad de intentar convencer a mi Sacrosanta para que me comprara algún firulito, ya fuera un “Madelman” con su traje de esquimal y esquís, o bien, por lo menos, un trinche cochecito Hot Weels para incrementar mi nada despreciable colección de estos miniautos. Del departamento de mascotas algunas veces logré salir con un pescadito Guppy cola de velo, mismo que a los pocos días me veía obligado a darle cristiana sepultura en el WC. Lo más chido fue cuando me compraron, ahí en Sears, mis famosísimos Sea Monkeys, los cuales por cierto, jamás llegaron a crecer… creo que a mí no se me daban las mascotas. Tiempo después en el sótano de Sears se puso la juguetería con una impresionante pista Scalextric donde me la pasaba jugando horas y horas (mentira, solo me alcanzaba el dinero para un ratito).
El famoso Madelman esquimal que algún día me compraron en la juguetería del Sears de Plaza Universidad. |
En Plaza Universidad también me compraron mis Sea Monkeys. |
Pero no todo era Sears en Plaza Universidad, ¡también nos llevaban al cine! El Dorado 70 estaba por donde se encuentra ahora la tienda Julio. Era un cine grande y cómodo en el cual yo era sumamente feliz, pues me la pasaba todo el tiempo corriendo por los pasillos, tomando vuelo, para tratar de alcanzar la pantalla, o sea, jode que jode al pobre respetable. A veces íbamos a unos cinitos pedorros que se llamaban Multicinemas Plaza Universidad. Estas eran unas salas tipo chorrizos, bastante incomodas, con una visibilidad muy piñata y una pantalla pequeñita en la que a veces se veía la sombra de las personas que se paraban al final de la sala.
El tiempo siguió pasando y los mejores tiempos llegaron. He de confesarles que yo jamás me fui de pinta a Plaza Universidad, a diferencia de miles de escuincles de secundaria que sí lo hicieron. A mí la verdad me daba mucha hueva eso de irme de pinta, yo siempre pensé: si ya vine a la secundaria pues ya entro (yo iba en el turno de la tarde), y sino, pues mejor me quedaba en mi cantón a tirarla a gusto. Así que mis mejores recuerdos de Plaza Universidad son de cuando yo ya tenía más de 16 años, cuando iba en la prepa y ya contaba con una “nalguita” a quien pasear.
¡Pude conseguir algunas fotos! Aquí se ven los pasillos de Plaza Universidad con sus tradiciones banquitas ochenteras. |
Algunas tiendas del Plaza Universidad de los 80's. |
Eran los ochentas y yo ya tenía mi bizcochito a la cual tenía que pasear. Lo mejor y más cómodo para mí, era sin duda, Plaza Universidad. Se encontraba cerca de mi casa y contaba con lo necesario para pasar toda una tarde echando coto con mi puberta novia (coto: sinónimo ochentero de “echar desmadre”). Podíamos comenzar la tarde viendo una película tipo “The Karate Kid” en el Dorado 70 o en alguna de las salitas apestosas de los Multicinemas. Luego, si había antojo y la tripa así lo demandaba, quizás una dona con café en “Las Mil y Una Donas”, que se encontraba a un costado del cine Dorado 70 y que contaba con unas cómodas mesitas afuera del cine. Ahora bien, si la damita en cuestión, como era en mi caso, era de apetito más cañón, nada mejor que retacarle una papa al horno del Hellens. A estas papas se les podía adicionar, por el mismo costo, lo que uno quisiera de la barra, ya fuera: queso fundido, tocino, champiñones, pepinillos, chiles o todo junto. Así que una simple papa al horno quedaba convertida en una mole poliforme y multicolor rica en calorías. En el Hellens, que se encontraba a un lado de los Multicinemas, también se podía degustar una buena banderilla, una hamburguesa o bien un delicioso banana split. Pasar un cumpleaños ahí era de pelados, pero había quienes lo hacían porque les encantaba el relajo que los meseros hacían al cantar las mañanitas.
Mesitas ubicadas en el exterior del Cine Dorado 70 de Plaza Universidad. |
Típica dulcería de los cines de los años 80's. Asi era la del Dorado 70. |
Interior de la sala del Dorado 70, obra del arquitecto Juan Sordo Madaleno. |
Otro atractivo de Plaza Universidad de aquellos años, eran sin lugar a dudas, las Chispas. Las Chispas, que según yo originalmente estaban en la Glorieta del Metro Insurgentes, era un local en el cual había chingomil maquinitas prestas para el más diestro de los vaguitos del lugar. En Plaza Universidad había dos locales, uno muy cerca del cine Dorado 70 y otro, el mejor, en las afueras de la plaza. Ahí se la rifaban los cientos de miles de vaguitos que se iban de pinta todo el tiempo a este lugar. El rey de los juegos, sin lugar a dudas, era el Pac Man, aunque también se encontraban otros clásicos como: Donkey Kong, Street Fighter, Space Invaders (mi favorito), Karate Champ, Out Run (coches), Galaxian, War of the Bugs, etc. Antes de ponerte a jugar en alguna de estas maravillas, había que acudir a la caja a cambiar el poco varo que traías por fichas propias del lugar, mismas que te permitían activar las maquinitas.
Por su puesto que también habían muchas tiendas donde comprar ropa ochentena, desgraciadamente mi mermado cerebro no me permite recordar el nombre de una a la cual yo asistía frecuentemente a comprar mis ridículos trapitos estilo los que usaba Rene Casados en XE-TU (creo que se llamaba “Moderato”, no estoy seguro), pero recuerdo que había una OP (Ocean Pacific) y una Levi’s (frente al Hellens).
La marquesina de los Multicinemas Plaza Universidad. Por las películas que se estaban exhibiendo la foto debe de ser de 1989 aproximadamente. |
Esta foto debe de ser de por ahí de los años 70's. Llama la atención que no había nada de tráfico ni de gente en los alrededores de la plaza. |
Lo mejor de aquellos tiempos era regresar de la mano de mi novia al estacionamiento subterráneo de Plaza Universidad, a donde paciente me esperaba mi siempre fiel VW con sus cristales bien polarizados. El colofón a todas aquellas tardes-noches en Plaza Universidad, sin lugar a dudas, se daba en la privacidad de mi VW mientras mi novia y yo nos encargábamos de empañar lo más posible los cristales de mi romántico vochito. Ah! good times.
Los tiempos pasados no fueron mejores… ¡pero sí más chidos!
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