sábado, abril 12, 2014

CARTA DE UN HIJO A SU MADRE

Carta de un hijo a su madre

 
16abr
A mi madre querida:
Querida madre, te escribo para pedirte perdón por no acordarme de tu cumpleaños algunas veces, para agradecerte todo lo que me has apoyado siempre, cuando me caía y me soplabas las heridas y me echabas mercromina. Te escribo para recordarte que todo estos años jamás me has fallado y decirte que se que todo lo has hecho con una bondad y una generosidad infinita, para mi eres la mejor madre del mundo.
Soy consciente de que yo no he sido el mejor hijo, que he hecho trastadas, no me he esforcé todo lo que debía y no te he dicho todas las veces que lo necesitabas cuanto te quiero, que a veces he sido egoísta y no he sido consciente de cuanto dabas por mí.
He de admitir, ahora que soy más mayor, que me gusta todo lo que no me gustaba cuando era un niño, tus lentejas, tus guisos, tus ensaladas de tomate y todos esos platos que me negaba a comer apretando los labios fuerte, e incluso la cerveza y el vino que de pequeño me parecían tan amargas ahora me gustan, sabes que a veces demasiado. Reconozco, con humildad, que tus croquetas, tus torrijas y tus tortillas son las mejores que han existido y que nadie cocinará jamás algo para mí con el amor que tu lo has hecho.
Me gusta pensar que cada día me parezco más a ti y que cada día también me visto con una sonrisa enorme para que veas que no me rindo y te sientas orgullosa, intento vivir cada día como si fuese el último pero sin olvidar el futuro, y mucho menos el pasado. La vida no me lo pone fácil, pero cuando todo va mal yo intento ser mejor.
Te agradezco hasta el infinito y un poco tarde, lo sé, tu amor incondicional, tu comprensión, tu cariño, tu esfuerzo, tu sonrisa, tu sensibilidad, tu dulzura, tu ejemplo, tu paciencia, tu rigor y otras tantas cosas y habilidades que solo pueden brotar de una buena madre, te agradezco también haberme dado la vida y haber cuidado de mi hasta que yo pudiese cuidarme solo y cuidar también a los demás, sin tu ayuda hubiese sido casi imposible. Espero que perdones mi soberbia, mi orgullo, mi arrogancia, mi rebeldía y mi ingratitud características de una adolescencia profunda e irracional que duró lo que duran todas, y también perdóname por no haber ido contigo más al cine, por no haber comido contigo más domingos, ni cenado más viernes, por dejarte sola inconscientemente y por no contarte los detalles de mis experiencias y viajes cuando me preguntabas y yo solo contestaba con un monosílabo. Si pudiese cambiar eso te contaría todo, cenaría contigo todos los días y te llevaría a los sitios más increíbles, pero yo, a diferencia de otros muchos ya no puedo hacerlo, ni siquiera, disfrutar de una taza de ese café que tanto te gustaba, al calor de tu rincón preferido y hablando de cosas banales, o criticando a estos políticos que tanto nos roban.
Yo ya no puedo disfrutar de todo lo que supone ser hijo y tener una madre maravillosa, y si pudiese… Si pudiese te enseñaría todas mis fotos (que antes no te enseñaba ninguna), te explicaría quienes son todos mis amigos y porque les quiero, te presentaría a todos mis amores y te contaría cada aventura de modo que también pudieses vivirla tú. Pero yo, ya no puedo. Te contaría todos mis sueños, mis anhelos, mis miedos, mis años de universidad y exactamente lo que quiero hacer con mi vida. Pero yo, ya no puedo hacerlo. Te hablaría de mis libros favoritos, de mis pinturas, de las películas que más me gustaron, y que quiero ver contigo, y de mis músicos preferidos, algunos son también los tuyos. Pero como yo ya no puedo porque tu enfermedad me quitó ese derecho, todos esos placeres y satisfacciones, me dedico a hablar contigo cuando estoy solo y nadie me escucha (espero que tu sí) y me ocupo de recordarle a toda la gente que me encuentro en el camino que disfruten de sus madres, o simplemente de la gente que les quiere (consciente de que no todas las madres son como tú), porque yo sé con extrema certeza que hay un momento que ese privilegio se esfuma y solo quedan recuerdos efímeros y lamentos inútiles.
Te mando un beso enorme desde este mundo que cada vez parece más loco y espero que te llegue allá donde estés, porque te lo mando con mucha fuerza.

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