miércoles, febrero 03, 2021

EMPEZANDO EL 2021



 Ya es febrero, ayer fue día de La Candelaria y más por inercia que por un gusto real conseguimos tamales, que los disfrutamos: sí, a pesar de que le toco antes que a nosotros se llevó casi todos los tamales, tuvo a bien dejar unos de dulce y otros de mole, aunque yo deseaba verdes!!, pero pudimos celebrar y comer cuando se debía celebrar y comer. El 2020 fue un año duro porque nos agarró de sorpresa "La Pandemia" y aunque ya empezamos un nuevo año, el 2121 nos encontró un poco acostumbrados a la "Nueva Normalidad". Pero apenas es febrero y ya nos ha sacado muchas lágrimas.

En enero despedimos a mi Tía Cristina, con la que compartí tanto tiempo en mi infancia, mi vida era tan perfecta cuando vivían a un lado de nosotros. Su casa era como una extensión de esta y las paredes no nos detuvieron, es más nunca existieron porque de niños las saltábamos todas. Su partida despertó muchos recuerdos, todos lindos. Durante la pandemia hablé algunas veces con ella, pero me quede con ganas de mas, de volver a verla, de ir a volar papalotes, de ver atardeceres con el Popocatépetl de fondo. 

Pero la normalidad no volvió a nosotros. Apenas tratando de aceptar este hecho, vino otra mala noticia, un derrame cerebral de mi amiga Mariana, a la que le llevo una semana. Apenas en noviembre vino a la brava a celebrar mi cumpleaños e hizo sus locuras, parecía que a pesar de esta oscuridad que vivimos había muchas esperanzas y ahora me duele tanto imaginármela impedida, y yo no me decido si debo ir a verla o no, en mucho por el riesgo que hay de ser asintomática y contagiarla, pero tengo que aceptar que también es miedo de enfrentarme cara a cara con LA REALIDAD, esa realidad que ya conozco porque cuando tenía 14 años mi papá pasó por lo mismo. Porqué sé que los sentimientos quedan tan a flor de piel y tan incontrolables los buenos como los malos, que tengo miedo de no saber cómo lidiar con ello, DE NUEVO!!! Y soy cobarde y la palabra AMIGA siento que me queda grande y tengo un torbellino de sentimientos y no sé cómo enfrentarlos. Y mientras tanto ella está ahí, esperando que pase un día y otro... sintiendo una eternidad entre el amanecer y la noche, buscando sentido a su vida y preguntándose porque a ella... y no importa lo que yo me imagine, sé que es mil veces peor. 

Desgraciadamente NADIE te puede decir que hacer, ni cómo manejar tantos miedos, tristezas, desesperanzas y dolor, pero a la vez no puedes ignorar que a pesar de todo lo que estás pasando eres afortunada, porque puedes respirar, puedes moverte y ser libre aún en el encierro y aunque la vida se presenta día a día porque ahorita es tenebroso pensar en un futuro más lejano, estás bien dentro de todo, y aunque la enfermedad y la muerte anda rondando y revoloteando muy cerca, tú todavía tienes un pequeño espacio donde a veces puedes ver el sol, escuchar a los pájaros, ver ardillas y colibríes, iguanas saltando de una barda a otra... tanta vida que parece ignorar esa sombra que está sobre nosotros. 

No hay más que confusión, pero la fuerza de seguir levantándote cada día aún persiste y a veces puedes pensar que las cosas van a mejorar y algún día, aunque parezca muy lejano, podrán volver a ser medianamente normales. 

La pandemia nos ha enseñado tantas cosas buenas y malas, pero sobretodo nos ha enseñado a sobrevivir, nos ha enseñado que no valoramos muchas cosas que parecían que iban a estar ahi eternamente... y que de un momento a otro, todo cambió. 

Quien sobreviva y salga igual que como antes de esto, se habrá perdido una gran oportunidad de volverse un verdadero ser humano y seguirá siendo un robot que camine por el mundo sin saber que todo lo que nos rodea tiene un valor incalculable. Somos ricos porque podemos apreciar un cielo azul, podemos abrazarnos y dejar de sentir frio. Darnos la mano y tener un poco menos de miedo y saber que hay ahí personas que nos aman y que amamos y que podemos contar con ellas aún en la distancia.

Bendita tecnología que ha hecho que podamos estar más cerca de quien queremos para poderles decir te quiero mirándolos a los ojos cn la promesa de que nos volveremos a encontrar.  

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