viernes, octubre 10, 2008

ADIOS...

LES DIGO ADIÓS CON MI CONGOJA Y ESTE PREÁMBULO DE UN ADIÓS

Luz de tu sangre en mi triste y lenta agonía,
donde tú estrella se apaga sin ver la huella del sufrir,
del sufrir callando la ausencia de tu luz.


Aquí estoy con mi tristeza rechazando el horror en las
miradas, consciente de vivir igual que muero,
por hacer imposibles que no temo.

Sin escuchar las necedades, quiero juntar tus manos en mis manos.
Aquí estoy en el centro de todo un infinito
dejando hablar al corazón,
a la misma muerte que viene de mi propia vida
cuando pariéndome a mi mismo, transito mi camino, plantando los árboles a pesar que muero
y preparando al corazón para que siga hablando.

Y te dejaré mi beso para que así sepas mis silencios,
para que conozcas la plenitud de mi soledad cargada de
esperanza, para que sepas que amarte para mí lo es todo.

Que la vida es hermosa como lo es la muerte, que debemos vivirla a cada instante para merecerla.
Que después de las tormentas el sol brillará en nuestros
balcones.
Que es imposible que te pierda porque siempre he de
buscarte,
porque he de hallarte a través del infinito caminando la orilla de la aurora.

Te encontraré porque te espero en una espera larga
como largo es el tiempo en que te quiero.
Porque seremos lámpara y espejo, juntos los dos... en un
reflejo.

Porque seremos llanto cuando nos falten las palabras,
tormenta y calma en nuestro océano, como una fantasía sin miedo a los abismos.
Porque volaremos para escribir más versos,
dando valor a los sentidos y con la voz más fuerte que el silencio.

Y si no fuera así como mi corazón te habla;
entonces enséñame a decir adiós para que las lágrimas no se cuajen en mi alma,
para que el grito no se escuche adolorido y el paisaje retorne a mis pupilas.

Enséñame a decir adiós a cada instante
a cada verso que escribí con sangre,
a las palabras que en tu nombre... pronunciaba mi alma.

Enséñame a botar la soledad que mi alma navega
en mis recuerdos, con las noches de amor y los espejos
de dos bajo la luna.

Enséñame a no buscar
una palabra redentora entre tus labios,
para decirle adiós a la esperanza.

Enséñame el camino del olvido
para olvidar como te quiero...
para olvidar mis sueños.

Gerardo.


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