Hoy amanecí con ganas de escribir, de esas charlas conmigo y para mí. Ayer fuimos a ver la película de "Vuelve a la Vida", es una película que nos volvió a la vida de antaño, de mi infancia y me dejó algo que siempre he tenido muy claro, yo tengo el corazón de Acapulco, ¿Porqué?... por que Acapulco siempre fue mi hogar, el lugar más especial y con las personas más queridas para mí.
Mi mamá nació en Huajuapan de León, Oaxaca, cosa que ni ella misma sabía, hasta que quiso casarse y mi papá busco por toda la república su acta de nacimiento, toda su vida le llamaron Lourdes, nombre que no aparece en su acta de nacimiento!!, su nombre es María Mercedes... pa servirle a usted!!!...
Mi mamá llegó a los 5 años a Acapulco, la más chica de muchos hijos, con una diferencia de edad enorme con sus hermanos, menos con mi tío Marcos (qepd). Mis tías trabajaban en la fuente de soda del Hotel Papagayo, mi tío Marcos andaba por ahí chacoteando y cargando maletas, él conoció a Pedro Infante y María Félix, entre otros muchos artistas, pero sus historias más importantes eran de estos dos personajes a los cuales él admiraba mucho. Mi papá también trabajaba en el Hotel Papagayo, pero él era administrativo, su trabajo era pasar lista a la entrada por la mañana, a la hora de la comida y la salida, por lo cual tenía muchísimo tiempo para divertirse y andar papaloteando por la playa y por los alrededores del hotel, los que lo recuerdan dicen que siempre estaba rodeado de mujeres, muchas amigas, pero no hablan de novias... hasta que conoció a mi mamá.
Al principio mi mamá sólo chacoteaba un poco por el hotel, pero después entró a trabajar como recepcionista, aún así era cuestión de tiempo que se conocieran porque mi papá era amigo de mis tias, muchos pensaron que se casaría con mi tía Toña, pero nunca se imaginaron que se fijaría en una casí niña... en fin... esa es a grandes rasgos la historia de ellos, se casaron en el D.F., y se quedaron "a vivir" aquí... lo digo entre comillas porque era micha y micha entre el D.F y Acapulco, aún cuando tuvieron hijos y esos hijos iban a la escuela, ellos siempre jalaban para Acapulco, por eso no entiendo porqué salirse de allá.
Nuestra vida fué así, las clases supuestamente terminaban en junio, pero en cuanto terminaban los exámenes finales, aunque no hubieran terminado las clases, agarrábamos nuestros tiliches y vámonos por la carretera 8 horas, el cañón del zopilote era una de las peores partes del calor, dicen que cuando yo tenía meses de nacida, por mero y no la cuento por la deshidratación... pero lo que sí recuerdo muy bien es cómo veía a mi mamá manejando, yo sentada atrás, parecía que iba jugando en esos carritos con pantalla, se hacía para un lado y para el otro... yo me preguntaba si realmente sabia manejar o si era puro cuento, pero yo creo que sí sabía porque nunca nos pasó nada!!!.
Ya en Acapulco, era simplemente como cambiarse de casa porque llegábamos a la casa de mis abuelos, ya en ese tiempo mi tía Toña trabajaba en el Princess como Ama de Llaves, ella se iba muy temprano por la mañana y llegaba ya en la noche, a veces llegaba cuando todavía había luz y entonces nos íbamos a dar una vuelta por la costera o a tomar un helado al zócalo, a ver cuando las golondrinas llenaban los cables de la avenida, otras nos bajábamos en el malecón donde había niños que te pedían que tiraras una moneda para sacarla.
A mis papás les gustaba mucho ir a la playa tempranito, a las 7 de la mañana ya teníamos que estar listos, con traje de baño y todo!!, había veces que sí nos quedábamos todo el día en la playa pero no era muy seguido, esas veces nos poníamos como camarones y a chillar en la noche porque ardía toda la piel, entonces nos ponían jitomate rebanado y no sé qué tantas cosas más... parecíamos ensalada de langosta, claro las langostas éramos nosotros por el colorsito!!! Una vez ya no tan chiquita, me compré un aceite de coco con yodo en la playa y me subí a la azotea a asolear, me hice como huevo estrellado en el sartén!! me salieron ampulitas pequeñitas por todo el pecho, unas pequeñas arruguitas me lo recordarán toda la vida!!, no compren aceite de coco con yodo!!, en estos tiempos uno debe usar mejor bloqueador no bronceador.
Dónde más me gustaba ir, era a la playa Majahua, ahí era como una playa salvaje, ahí sí nos quedábamos todo el día, llevábamos comida, agua, refrescos, papas, etc, no es como ahora que hay puestos de quesadillas y muchas otras cosas, sí querías algo, tenías que comprarlo en Puerto Marqués, ahí en esa playita se filmó la telenovela O Tú o Nadie, esa telenovela le encantaba hasta nuestro gato, que cuando la veíamos se sentaba en primera fila, no sé porqué. Cuando nació mi hijo también aquí en el DF, contaba los cuarenta días para irme a Acapulco, a los 30 días ya tenía mi boleto de camión para irme. A los 42 días ya lo estaba zambullendo en la Playa Majahua, que fue el primer lugar donde se metió al mar, alguien me dijo que le soplara en la naríz y lo metiera bajo el agua... no me lo dijeron dos veces... pobre chamaco.
Cuando no estábamos en la playa, era un poco aburrido porque en esos tiempos no había televisión en la mañana, la programación empezaba como a las 12 del día y sólo dos canales, el de las telenovelas y el de las caricaturas, la mayoría de las veces estaba en la de las comedias por mi abuelita, así que nos salíamos a cazar lagartijas e iguanas. La casa tiene un poquito de sendero alrededor, por lo que de un lado poníamos una bolsa de súper, de esas de papel de las de antes con una piedra adentro para que no se fuera a caer con el aire, luego nos íbamos por el otro lado y las correteábamos hasta que se metían en la bolsa, las agarrábamos y les acariciábamos la cabeza, a mí me gustaba ver cómo cerraban los ojitos, pero eran bien mulas, porque sólo fingían demencia, en cuanto me descuidaba un poco, salían volando!!, nunca las matamos, sólo era sana diversión, jajaja. A las chiquitas lo que les pasaba es que se les caían las colas, las colas se quedaban un buen rato retorciéndose en el suelo, pero al poco tiempo las lagartijas nos presumían sus nuevas colas y esas eran un poco más difíciles de atrapar porque ya se sabían el truco.
Las vacaciones que más me gustaban eran las de navidad, me gustaba mucho ver el arbolito de navidad que ponían en el techo del Hotel Ritz, era como algo representativo, así como las antenas. Había mucha gente por todos lados, pero no tanta como en semana santa!!, además como que hacíamos más cosas porque nos quedábamos "poco tiempo", claro no era como las vacaciones largas que llegábamos a principios de junio y nos regresábamos como por octubre... era un poco incómodo llegar tan tarde a la escuela, pero valía la pena, aunque no fui alumna de puros dieces creo que fue una hazaña no reprobar nunca!!.
Creo que mis papas eran muy valientes, nos llevaban al mar aún cuando eran días de lluvia y nosotros nos metíamos entre las olotas, no sé cuántas revolquizas nos llevamos, pero aquí estamos vivitos y coleando, ahora le tengo más respeto al mar, a las corrientes y todas esas cosas, antes no sabía nada de eso, nunca lo consideramos peligroso, era el mejor lugar para divertirse, para relajarse, para ser libres.
Fueron muy buenos años los que íbamos y veníamos del DF a Acapulco y viceversa... extraño esos tiempos, extraño a mi Tía Toña, que ya no está con nosotros, las navidades cuando despertábamos y el árbol estaba lleno de regalos que ella nos ponía, los pasteles y el pan de dulce que nos traía primero del hotel Princess y luego del Pierre Marqués... extraño atravesar la escénica por las mañanas para irla a dejar a su trabajo y ver el amanecer en el camino, ir a esperarla al camión que llegaba a la Diana y tomar helado en el zócalo. Extraño las luchas en la Coliseo, el Sandborns estrella del mar donde trabaje y cuando regresaba por la noche caminando por la costera, o que me dieran aventón en la calandria... extraño el Acapulco tranquilo y seguro, que algún día volveremos a tener.
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