La ofrenda del día de Muertos
Para poner una ofrenda se busca un lugar especial donde se coloca una mesa cubierta con un mantel bordado por los familiares o con el tradicional papel picado. Es muy importante colocar la fotografía de la persona difunta, a la que se le dedique la ofrenda. Pan, veladoras, incienso o copal, dulces, pollo en mole, tamales, calabaza enmielada, frutas, y por supuesto, flores de zempasúchil. Se puede agregar algo que represente lo que les gustaba en vida, como unos cigarros, si se trataba de alguien que gustara de fumar; o cualquier elemento alusivo a sus actividades, si fue fotógrafo se puede poner una cámara. Estos elementos van de acuerdo a la personalidad de aquel que supone venir a visitarnos.
Un día antes se les indica el camino con pétalos de flores para que puedan llegar al lugar específico en donde se les coloca la ofrenda, y se les llama con cuetes, como señal para que se acerquen y no se pierdan.
La puerta por donde entra el alma de los muertos es un arco, armado con varas de carrizo, y adornado con flores de zempasúchil que por lo general son de color amarillo, pero también hay de color violeta. Se agregan frutas de la estación y el tradicional pan de muerto, que en algunas regiones se elabora de diferentes figuras, ya sea de pequeños muñecos o de diferentes animales.
También se acostumbra poner un altar para los niños pequeños, éste debe incluir dulces, chocolates y pequeños tamales preparados especialmente para ellos. En estas ofrendas infantiles no se debe poner chile, pues les podría picar. Se acompaña de juguetes y en ocasiones se les coloca una cubeta con agua para que se den un baño y puedan comer muy limpiecitos.
El 2 de noviembre se visita el panteón, se adornan las tumbas. Acto seguido, se regresa a la casa en donde se encuentra la ofrenda, se realiza la "levantada de la ofrenda" y se toman alimentos en compañía de los familiares.
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