domingo, mayo 19, 2013

LA HISTORIA DE COPI


Un día de verano, hace nueve años, bajo mi escritorio nació un gato gris azulado. Su madre es una siamesa de edad indeterminada que responde al nombre de Pippi y tiene aires de duquesa y muy malas pulgas. Pippi se escapo por un celo descontrolado de sus anteriores dueños y la encontramos mendigando comida, muy delgada, con pulgas y con una herida espantosa en el sobaco derecho, que se produjo al intentar zafarse de un collar de goma que le habían puesto sus dueños anteriores. Bien, la rescatamos, curamos su herida y le dimos un nuevo nombre con el que al final se ha quedado.
La gata vino con regalito y un par de meses después pario a Copperfield, cuando la habían diagnosticado una piometra que casi se la lleva por delante.
Llamamos a este gato Copperfield por el huérfano de Dickens, ya que Pippi podía morir en cualquier momento.
Pippi fue operada, encontrando en el proceso un feto ectopico muerto, y se restableció. Tanto que la Duquesa, que es otro de sus nombres, sigue poniendo firmes a los otros gatos de esta casa.
Copperfield creció fuerte y sano, a la vez de que su nombre decrecía transformándose en Copi.
En lo alto de una estantería mirando con un cierto aire entre despectivo y ladino, muy propio de un bastardo de la nobleza se podia ver a Copi,
longuilineo, elegante, negro y silencioso como una sombra, pero eso si, sin olvidar el toque chic que le distinguía: Una pequeña mancha blanca, en el pecho, como una corbata.
15 de Agosto de 2007. Copi ha muerto.
Creo haberle dado la mejor vida posible, aunque ahora me diga a mi mismo que podía, debía, haberle dado mas. Tuvo hermanos de otra camada que se compincharon para hacerme la puñeta en toda su época de cachorros, tuvo mucho cariño, tuvo comida, la que le daba y la que me robaba, tuvo dieciséis buenos compañeros en los otros gatos de esta casa y unos cuantos humanos que también le quisieron.
Espero que haya tenido una vida lo mas feliz posible.
Esto me ha hecho aprender algo y es que, aunque sea muy consciente de que debo confiar en los profesionales, también debo hacerlo de mi experiencia y exigir lo que es justo exigir; un diagnostico en firme, basado en pruebas y analítica. Los últimos días de Copi, la última semana y media han sido muy malos; esto no habría ocurrido si hubiera sabido a lo que me enfrentaba: Linfoma.
Hubiera tratado de darle unos muy buenos últimos días en el mundo y le hubiera llevado, con toda la pena, a eutanasiarle. No seria la primera vez que lo hiciera, ni será la última. Desde luego lo que no hubiera hecho es lo que al final ha pasado, por malos diagnósticos, de veterinario en veterinario, llenándole de porquerías inútiles.
En esta casa hay dieciséis gatos. Nos falta uno.
Y a mi me falta un pedazo por dentro.

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