lunes, julio 12, 2010

De mi bolsillo: Minino Van Turco




domingo 11 de julio de 2010

He decidido volverme hinduista. Al cuerno con el juicio final, el resucitar de los muertos y el infierno judío-cristiano-musulmán-bahi. Seré hinduista porque ellos piensan que si se es bueno en éste mundo se puede evolucionar en una criatura mejor, y como estoy cansado de la mierda de los seres humanos elegiré reencarnar en la criatura mas elevada de todas: un gato.
Cuando vuelva a éste mundo pediré ser un gato de raza Van Turco. Unos felinos amantes del agua que son totalmente de pelaje blanco.
Como seré un gato amante del agua viviré cerca de un arroyo poco profundo en alguna montaña. Tendré de mascota a una sueca, o quizá una holandesa que cuide de mis ovejas y me llene de mimos para acurrucarme en su regazo. ¡Claro!, los humanos son mascotas de los gatos. Le exigiré que tenga mi caja de arena limpia. Arena traída del desierto del Sarah. Comeré carnitas de oveja y todos los pájaros que se me atraviesen. Tendré un suéter hecho de lana. Mi cama serán unas pilas de paja con una gruesa cobija encima como tenia Heidi en casa de su abuelo.
Correré libremente con mis perros ovejeros, les brincaré en la cara y treparé a los árboles. Solicitaré gatas hembra de la mejor calidad de la región para desfogarme, y quizá tenga una o dos, o diez camadas de gatitos.
Los llevare a el pequeño arroyo para que metan sus patitas y prueben el agua recién florecida de las entrañas de la tierra montañosa. Los miraré crecer y adoptar sus propios humanos.
Platicaría con Dios con regularidad para que me explicara mis dudas sobre la existencia y el significado de la vida. ¡Claro de nuevo!, un gato puede platicar con su igual en el cielo.
No dejaría que me cepillaran el pelo. Eso es para putos y gatos angora que es igual. ¡Ha! Y ronronearía y ronronearía todo el tiempo y a cada momento. Es una cosa que siempre he intentado hacer como humano pero no con éxito.
Tendré una vida plena y feliz unos 11 años hasta que me asalte la vejez de golpe como le pasa a los gatos. Vería a mis crías tener sus propias camadas. Salvo esa hija que se ahogó en el arroyo de pequeña y ese otro que se fue a Republica Checa con su macho. Perderé la vista en unos meses en vez de la agonía de irla perdiendo gradualmente con los años humanos. Dormiría aun mas, olería a mis nietos, o quizá bisnietos. Los escucharía juguetear por toda la casa. Frodo, mi fiel perro ovejero, ya cansado por los años también, me platicaría de los avances de mis mininos en el campo.
Mis amadas esposas gatunas se reunirían a ronronear a mi alrededor en mi ultima hora, entonces mi mascota humana se acercaría angustiada a acariciarme bajo la barbilla por ultima vez. En ese instante sonreiré y me apagaré en un ultimo ronroneo.
Y si fui un buen gato, en la siguiente vida pediré ser un moustro del lago Ness. Siempre he querido conocer Escocia.

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