E-u-da-i-mo-ní-a:
Dicese de un vocablo griego clásico que se traduce comúnmente como Felicidad…
según el influyente filósofo Aristóteles, la Eudaimonía era sencillamente “vivir de acuerdo con las aspiraciones”; y yo, ilusa de mí, ¡cuestionándome este vital concepto cuando ha estado rondando por mi entorno desde que poseo uso de razón!.
La Eudaimonía no se puede ignorar aunque nos parezca, a primera vista, un algo perplejo (sino, ¡pensad qué sucede la primera vez que se descubre tan extravagante palabra!, por lo menos para los que desconocemos el lenguaje del griego antiguo); ¿cuántas veces pasa la felicidad por nuestro lado como un ser invisible al que no le prestamos una merecida atención? y, para colmo, ¡nos quejamos de que es ella la puñetera que no quiere considerar nada con nosotros!.
(¡Ay!, ¡tanto buscar, tanto buscar, tanto buscar incansablemente lo que se halla enfrente de nuestras propias narices!).
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