A veces la tristeza viene disfrazada de diferentes formas. Esta vez me tocó que estuviera disfrazada con una carita dulce, que al recordarla, arrebató de mis ojos un río de lágrimas que arañaban mi corazón, con tal fuerza que creía que en cualquier momento dejaría de respirar. Un nudo se fue formando desde mi estómago y fue subiendo a mi pecho en donde amenazaba con estallar, el dolor tiene un color oscuro que nos va cegando hasta dejarnos en una soledad aterradora. El miedo se va apoderando de nosotros y nos hace gritar a media noche. El mundo ya no es nuestro hogar, es una prisión que nos llena de angustia.
¿Alguna vez habrá existido realmente el paraíso?, ¿Alguna vez existió realmente el amor puro al prójimo?, ¿La libertad?, ¿La confianza?.
¿Alguna vez realmente se pudieron dejar abiertas, sin temor, las puertas de nuestro corazón y de nuestros hogares?.
¿Alguna vez habrá existido realmente el paraíso?, ¿Alguna vez existió realmente el amor puro al prójimo?, ¿La libertad?, ¿La confianza?.
¿Alguna vez realmente se pudieron dejar abiertas, sin temor, las puertas de nuestro corazón y de nuestros hogares?.
¿Dónde está ese mundo ahora?, ¿Dónde?.
Día a día la angustia y el temor van carcomiendo las paredes de nuestra alma y nuestro corazón, dejando un cansancio que nos sepulta en el silencio, el mismo silencio que quizá encontremos al morir, pero qué sería de la muerte si no tuviéramos el sueño guajiro de que del otro lado hay un mundo maravilloso. A veces la muerte parece perfecta, nos sonríe prometiéndonos que encontraremos el tesoro escondido al final del arcoiris, la paz celestial y el cobijo del amor más puro que existe, no mas temor, no más dolor, no más angustia e incertidumbre del mañana, no más estar atados a una necesidad material, nuestra alma, será finalmente alimentada, abrazada y colmada de todas sus necesidades.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario