Hoy es el Día Internacional del Idioma Español. Con ese motivo, para disfrutar nuestro hermoso idioma, les comparto este juego de palabras en forma de cuento. Si bien es cierto que hablar varios idiomas nos enriquece... el idioma español es muy bello y diverto. ¡Qué lo disfruten!
Y TODOS SALIMOS GANANDO
Margarita Robleda
Un punto y una coma se encontraron en la mitad de una página. El punto rebotó a manera de un saludo. La coma, más tímida, simplemente se balanceó hacia delante y hacia atrás.
Después de este breve saludo no supieron qué decir. Se miraron con recelo. Eran tan distintos...
Ambos pensaron:
- Algo malo hay en el otro cuando es tan diferente – y se revisaron mutuamente de arriba abajo.
-¡Qué redondo! – pensaba la coma -. No se sabe dónde comienza ni dónde termina.
- Mira nada más qué ser tan extraño – se decía a su vez el punto -. No tiene forma concreta. ¿Cómo describirla?
Se miraron en silencio, hasta que el punto, más audaz y tal vez más curioso, se atrevió a decir:
-¡Hola! Yo soy un punto y sirvo para finalizar las cosas. Pertenezco a la familia de los puntos. Mi abuelo se llama don Punto Final, mi papá es Punto y Aparte, tengo un tío que es Punto y Seguido y yo, como voy aprendiendo el oficio, apenas sirvo de punto para las íes. ¿Y tú?
- Pues yo... – sonrió tímidamente – me llamo Coma. En mi familia no existen títulos tan elegantes como en la tuya. Somos simplemente comas, aunque, eso sí, somos muchísimas.
El punto sintió vergüenza de su presunción.
-¡Válgame! No quise decir eso, quise decir... bueno... no sé bien lo que quise, o si quise... en fin... ¡cofff! – tosió puntos de tos.
De pronto, una avalancha de palabras llegó, cayó sobre ellos, atropelló a la coma. El punto apenas alcanzó a escaparse botando.
- Tengan cuidado – gritaba la coma.
- No es culpa nuestra – dijo una palabra que comenzaba con S y decía SOMBRILLA -. Si te fijas bien, parece como si una regadera estuviera inundando la hoja de palabras sin ton ni son, desde allá arriba.
Otra que empezaba con CH y decía CHARCO, se molestó:
-¿Cuándo has visto que la palabra CHARCO vaya junto a AUTOBÚS... CHARCO, AUTOBÚS... ¿Alguien ha visto al artículo EL? Lo necesitamos con urgencia.
-¡Aquí! – respondió el artículo que, aplastado por palabras más largas, casi ni se veía -. ¿Para qué soy bueno?
- A ver – dijo el CHARCO -, ponte junto a mí... a ver, a ver: EL CHARCO AUTOBÚS; no, no, algo no funciona. A ver, párate junto al AUTOBÚS: CHARCO EL AUTOBÚS. Ahora como que falta más información. ¿Y si ponemos EL AUTOBÚS antes? ¿No está por ahí la palabra CRUZÓ o alguna parecida?
-¡Sí! – gritó CRUZÓ, que estaba cerca de ellos.
- Pues no grites – pidió la coma -, que no estamos sordos.
- A ver, a ver – continuó el CHARCO: EL AUTOBÍS CRUZÓ...
- Falta otro artículo – sugirió un adjetivo -, aquí tenemos UN y EL; veamos cómo se lee así: EL AUTOBÚS CRUZÓ UN CHARCO. ¡Bien!
Las palabras: SIN, LLENARSE, DE y LODO, corrieron a ponerse detrás de CHARCO.
- Colóquense donde tengan más sentido.
“EL AUTOBÚS CRUZÓ UN CHARCO SIN LLENARSE DE LODO LOS PASAJEROS APLAUDIERON AL CHOFER GRITANDO HURRAS Y VIVAS A PESAR DE LA LLUVIA LA TORMENTA LOS RAYOS Y RELÁMPAGOS LLEGARÍAN A TIEMPO A LA CIUDAD...”
- Pero... ¿Quién podrá leer toda esta sarta de palabras sin ahogarse? Necesitamos una pausa, un respiro; si no, los lectores morirán asfixiados antes de leer dos páginas seguidas – dijo el margen que, como siempre, se mantenía observando desde afuera.
- Una coma, eso, necesitamos una coma.
- Aquí estoy – gritó nuestra amiga -, yo soy una.
- Pero... ¿qué haremos con una coma nada más? – se preguntaron.
- Eso no es problema, vendo de una familia muy numerosa – contestó la coma y silbó -: Fiuuuuu iiifu.
Llegó una bandada de comas dispuestas a dar pausas y respiros.
-¡Eh, eh! – dijo el puntito -. Nosotros también podemos ayudar. Mi padre, mi abuelo, unos primos que la hacen de emoción y se llaman puntos suspensivos, y mis hermanos, que son gemelos, se llaman dos puntos y hacen un apartado para enumerar las cosas.
-¡Viva! – gritaron todos -. No importa que el autor haya lanzado su palabrería sin ton ni son, nosotros le daremos sentido.
- Adiós – dijo la coma tristemente -. Te voy a extrañar.
- Adiós – dijo el punto -. ¿Sabes? Me dio gusto conocerte. Es que mis parientes son tan drásticos, especialmente mi abuelo. Yo también te extrañaré. Ojalá que me toque en una “i” cerca de ti.
-¿Qué sucede? – preguntó el CHARCO, que había tomado el liderazgo -. ¿Por qué están tan tristes?
- Es que nos vamos a separar – dijo la coma, que había perdido la timidez.
-¿Por qué? – preguntó el CHARCO.
- Porque yo soy una coma y él es un punto.
- Vaya , vaya – dijo el CHARCO -. En fin, pero... ¡Eh! Se me ocurre algo, ¿por qué no bzzz bzzz bzzz? – le secreteó al punto.
La coma se puso colorada, pero no dejó de decir que sí.
Después de algunos acuerdos se celebró el enlace.
- Señorita Coma, ¿toma por esposo al Señorito Punto, en la salud y en la enfermedad, en la duda y el aburrimiento hasta que la goma de borrar los separe? – dijo el CHARCO muy en su papel de juez.
-¡Acepto! – respondieron los dos al mismo tiempo y así el juez se ahorró preguntar de nuevo.
- Yo los declaro punto y coma; de ahora en adelante no será necesario poner siempre punto y seguido o punto y aparte. Ustedes serán algo más que coma, que un descanso; podrán incluso hacer algún comentario del tema sin cerrar la frase.
Y vivieron felices durante muchos párrafos.
Por su parte el abuelo, emocionado al despedirlos, se dio una maroma de puro gusto, dándole punto final a todo este asunto.
1 comentario:
Hace algunos años, tuve la gran fortuna de escuchar la narración de este cuento de voz de su Autora, Margarita Robleda Moguel en una feria del libro en Pachuca Hgo., y para mi fue muy significativo al grado que lo sigo compartiendo con compañeras de trabajo, hoy buscando entre mis documentos encontré una copia y no me resistí el de buscar si había una versión ilustrada para darla a conocer a los niños ahora que estamos en esta modalidad virtual.Y me encuentro con este espacio de opinión del cual hago uso de manera muy respetuosa.
Gracias por este gran cuento Maestra Margarita Robleda Moguel.
Con admiración Profra. Leonor Ocaña Monroy
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