martes, mayo 13, 2014

UNA FÁBULA SOBRE LA IRA

Una fábula sobre la ira
 



















            

 

— Venerable —le dijo—, soy muy desafortunado por culpa de mi carácter. Tengo muy mal genio y
ataques de ira incontrolables, pero quiero cambiar.
— Para conocerte mejor —respondió el sabio—, necesito contemplar tu furia de cerca.
— ¿Cómo? Ahora no tengo furia.
— Lo haremos así: ahora vete y cuando sientas cólera ven rápidamente para que yo vea cómo se manifiesta en ti.
El hombre regresó a su casa y cuando, unos días después, se impacientó, corrió a visitar al sabio, que vivía en lo alto de una colina.
— Ya he vuelto —dijo el hombre sofocado—.
— Bien, pues enséñame tu enojo.
El problema era que, mientras subía la colina, su ira había desaparecido.
— Ya no estoy enfadado —se excusó el hombre.
— En este caso —repuso el sabio—, cuando vuelvas a tener ira, ven más rápido para que pueda ver
cómo se manifiesta en ti.
Días más tarde, la furia volvió a poseer al hombre. Como una exhalación, salió corriendo para ver al sabio.
Pero cuando llegó agotado a la cima de la colina, ya se le había pasado de nuevo el enfado.
Fue regañado por el sabio:
— ¡Tienes que venir más rápido cuando te irrites, de lo contrario no podré ver tu enojo!
Pasaron unos días más y el hombre sufrió un nuevo ataque de furia. Salió corriendo, tanto como sus piernas le permitían, y llegó a la cima auténticamente extenuado. Una vez más, la ira se había esfumado.
El sabio le dijo entonces:
— ¿Te das cuenta? La ira no te pertenece. No es tuya y por eso la pierdes por el camino.
Voy a darte la solución: la próxima vez que la ira quiera poseerte, no la aceptes. ¡Suéltala!

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