Erin Gruwell
nació en California en 1969. Se graduó de la Universidad de California en
Irvine. Estudió en la Universidad Estatal de California en Long Beach donde
obtuvo el grado de Master y sus credenciales para enseñar.
Comenzó su
practica universitaria para ser profesora en 1994 en el colegio Woodrow Wilson
High School, en Long Beach, California. Como estudiante en practica le fue
asignada la clase con los alumnos de más bajo desarrollo estudiantil.
La escuela era
dura, racialmente dividida e infestada de gangs. Peleas y áun asesinatos eran
parte de las experiencias de los estudiantes. Algunos de los niños no tenían
hogar. Otros venían de hogares destruidos o de hogares abusivos. Veían gente que
ellos sabían que usaban drogas todos los días. Habían pocos lugares para ir que
sean seguros y poca gente con la que podían contar.
Gruwell era
blanca, llevaba traje para parecer perteneciente a una clase bien educada,
producto de una vida suburbana segura. Los administradores esperaban que ella
renunciaría pronto tan pronto se pronunció en contra de la violencia y el odio
en su clase. En vez de eso, ella tiró su currículum y dedicó su clase a aprender
acerca de la paz y la tolerancia.
Sus primeras
armas fueron la lectura de The Diary of Anne Frank (El Diario de Ana
Frank) y lecciones acerca del Holocausto, pues pensó que sus estudiantes podrían
sentirse identificados con la situación de Ana Frank.
Un estudiante, al que en sus memorias se refiere
como Sharaud, parecía determinado a volver su vida miserable. Fue transferido a
WiIlson desde un colegio rival donde supuestamente había amenazado a un profesor
con un arma. Sin embargo, a los pocos meses en el colegio, una de sus
estudiantes paso una nota con un dibujo de Sharaud (afro-estadounidense) con
labios extremadamente grandes. Muy enfadada, Erin Gruwell le dijo a la clase que
este tipo de caricaturas fueron utilizadas por los nazis durante el Holocausto.
Cuando se dio cuenta que solo un alumno sabía lo que era el Holocausto cambió el
foco del curso hacia la tolerancia. Gruwell llevó a los estudiantes a ver La
lista de Schindler, Schindler´s list, les compró libros con dinero de
su propio bolsillo e invitó a conferenciantes, reales supervivientes del
Holocausto a su clase.
En clase se leyó el «Diario de Zlata», escrito por una adolescente acerca
de sus experiencias de la Guerra de Bosnia. Una vez más, los estudiantes
encontraron similitudes entre su situación y la de ella. Admiraron el valor del
autor y su determinación por trabajar por la paz. Recolectaron dinero para traer
a Zlata Filipovic desde Irlanda (donde estaba viviendo), para visitar su colegio
y compartir lo que había aprendido viviendo en una guerra. Zlata animó a los
estudiantes en sus esfuerzos para luchar contra prejuicios raciales y
estereotipos en sus propias vidas y se convirtió en su amiga y modelo.
Inspirados por sus
lecturas y viajes de campo, los estudiantes de Gruwell empezaron a mantener
diarios en los cuales escribían sobre sus experiencias y batallas diarias. Para
algunos de ellos, la clase de Gruwell era el único lugar donde cualquiera quería
escuchar sus historias. Para otros, éste era el único lugar seguro para
compartirlos.
La clase de Gruwell se
convirtió como en una familia. Ellos hicieron un «honor por el cambio» por una
vida llena de alteraciones cuando todos acordaron en darse una oportunidad para
empezar una vida de nuevo.
Inspirados por las
historias quienes lucharon por la segregación y el prejuicio, ellos se llamaron
así mismos «Los Escritores de la Libertad». Entre 1994 y 1998, los Freedom
Writers lograron una gran cobertura de los medios, incluyendo apariciones en
programas estelares de televisión en directo, como The View y Good Morning
America.
Los jóvenes se graduaron de la escuela y fueron a escuelas superiores
gracias a la Fundación de la Educación para la Tolerancia, una organización que
Erin Gruwell ayudó a establecer para ayudar a pagar por su instrucción. Su éxito
continúa creciendo y mientras, viajan por el país, visitando prisioneros y
reformatorios, convertidos en embajadores de la paz y la tolerancia.
Erin Gruwell
compitió para el Congreso (Distrito 38) en 2000 y, mientras da clases en la
universidad de California, ha escrito una autobiografía sobre sus experiencias,
publicada al mismo tiempo que la entrega de la película, está desarrollando un currículum de materiales para que
otros profesores puedan ayudar a sus estudiantes a seguir el camino de
Escritores de la libertad, escribe actualmente un segundo libro, y
colabora en la finalización de un documental sobre este tema.
Cuando Erin
Gruwell conoció a sus alumnos, que la recibieron colocándose de espaldas a ella,
decidió utilizar métodos no convencionales. la mayoría de los alumnos eran
marginales, habías sido pasto de la segregación y el racismo, maltratados o
víctimas de agresiones. Vio el paralelismo que había entre ellos y las víctimas
de la segregación judía por la Alemania nazi y les habló de aquello. «No sabían
lo que era el Holocausto. Traté de explicarles el paralelo que existía entre la
discriminación y el dolor, pero no entendían estos términos. Todos ellos habían
sufrido discriminación pero no lo entendían cuando lo veían expresado con
palabras. Empecé a gritarles, perdí el control por primera vez. Ya no era una
persona simpática y animosa. Al verme tan airada, tan llena de pasión, me
miraron y empezaron a pensar que iba en serio.»
Hizo ver a sus
alumnos lo que entre ellos tenían en común, pues todos tenían heridas de arma
blanca o disparos, fruto de su recorrido por las calles, y lo que tenían así
mismo en común con otros segregados. Fue entonces cuando se le ocurrió hablarles
de «El diario de Ana Frank» y de otras historias sobre la intolerancia y las
penalidades vividas por chicos jóvenes como ellos». Comenzaron a trabajar con
todo tipo de textos y canciones, de poesía o de rap que ellos conocían o
admiraban, hasta leyeron textos de Homero y Shakespeare, analizando similitudes
con su propia vida. Les hizo ver que quien escribe, sea novelista o cantante,
cuenta su propia odisea, y les animó a ellos a hacer lo mismo con su
experiencia.
Erin Gruwell hizo llegar a los estudiantes periódicos, para que los
tomaran como ejemplo y escribieran sobre noticias pasadas, presentes o futuras,
sobre buenos tiempos, o malos. Cuando leía lo que los alumnos habían escrito se
quedaba maravillada, por la calidad y el fondo de los artículos.
Les dio unos cuadernos para que se expresaran como quisieran, por medio
de dibujos, poemas o un diario escrito. Los resultados fueron asombrosos: por
primera vez aquellos chicos y chicas comprendieron el lugar que ocupaban en el
mundo y vieron que había alguien dispuesto a escuchar lo que tenían que decir,
se sintieron unidos por algo y, si antes no se soportaban entre sí, comenzaron a
considerarse como una gran familia que les proporcionaba identidad y orgullo, y
empezaron a llamarse a sí mismos «Los Escritores de la Libertad».
Los estudiantes
se convirtieron en escritores por la libertad. Por eso Erin decidió publicar un
libro con la recopilación de los artículos, The Freedom Writers Diary, que fue
editado en 1999.
Fue toda esta fuerza la que impresionó al director, y que la profesora no pretendía
redimir a sus alumnos, sino que era una historia en la que profesora y
estudiantes aprendían a colaborar y a respetarse mutuamente. Por eso se puso en
contacto con su productora, Stacey
Sher, a
la que animó en el proyecto, y la que decía posteriormente: «Hay todo un género
de películas protagonizadas por curtidos profesores que les enseñan un par de
cosas a los pobres chicos. Pero Erin es diferente, tiene un sentido de la
armonía y la integración muy poco realista. La ecuación racial de la clase le
hace poner los pies en tierra y son los chicos los que la enseñan a ser mejor
profesora».
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A diferencia de
otros métodos pedagógicos, Gruwell no crea materiales o manuales que enseñen al
maestro a ser sincero, sensible o desprendido. Apenas lega algunos consejos.
Escritores de la Libertad es el testimonio de un momento único, de un
salón que fue laboratorio, donde profesor y alumnos aportaron accidentalmente
los ingredientes de un experimento importantísimo, y no pudieron conservar la
fórmula exacta.
Con el tiempo, las historias de los Escritores de la Libertad llamaron la
atención de los medios de comunicación. Empezaron a viajar alrededor del país,
presentando sus ideas sobre la educación al Secretario de Educación en
Washington, D.C., aceptando premios y concertando entrevistas en diarios y
televisión. Incluso, testificaron ante el Congreso, donde recibieron ovaciones
de pie.
Erin Gruwell dice: «Mis estudiantes desean ser un catalizador para el cambio.
Ellos dicen ‘Yo vengo de donde tú vienes y lo logré... porque aprendí a leer,
aprendí a escribir y aprendí a retar a la autoridad. Aprendí de gente como
Thoreau y Emerson a como ser independiente. Si eres independiente, tú lo puedes
hacer.’ Esa es una de las virtudes que mis hijos tratan de darle a la gente, que
ellos también lo pueden hacer.»
Cuando fue preguntada Erin Gruwell sobre cuáles eran sus héroes, ella
respondió: «¡Eso es fácil! Miep Gies, quien salvó a Ana Frank, todos los
Escritores de la Libertad originales, porque ellos eran esencialmente
adolescentes quienes tuvieron la voluntad de poner sus vidas en la línea para
todos nosotros, el adolescente que se paró delante del tanque en la plaza de
Tianamen, Ana Frank, obviamente, y Zlata Filipovic... y pienso que cualquiera
con la voluntad de pelear una buena lucha por las razones
correctas».
Gruwell enseña ahora en la Universidad del Estado de California, Long
Beach y ella está desarrollando un currículum de materiales para que otros
profesores puedan ayudar a sus estudiantes a seguir el camino de Los
Escritores de la Libertad. Está escribiendo un segundo libro, ayudando a
terminar un documental sobre Los Escritores de la Libertad y realizando
consultas sobre una película sobresaliente acerca de ella y los héroes de sus
estudiantes. Su historia muestra cómo las acciones de una persona contra la
violencia, pueden hacer rodar una pelota de nieve que se convierta en un
movimiento para la tolerancia y la paz.
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Los escritores de la libertad.
Freedom Writers Diary
Las anotaciones de sus
diarios y detalles más excitantes de sus experiencias han sido reunidas en «El
Diario de Los Escritores de la Libertad: Cómo una profesora y 150 adolescentes
utilizaron la escritura para cambiarse a sí mismos y al mundo a su
alrededor».
«Escribir acerca de las
cosas que nos suceden nos permite mirar objetivamente a lo que está sucediendo
alrededor nuestro y volver una experiencia negativa en algo positivo y útil.
Este proceso requiere mucho trabajo, esfuerzo y de una gran fuerza de voluntad,
pero sí es posible, y Los Escritores de la Libertad lo demostraron: Ellos
eligieron un sendero difícil pero poderoso». (Zlata Filipovic, de la
introducción de «Los escritores de la libertad»)
Otro chico apunta en el
texto: «Los únicos héroes que he leído alguna vez corren por todas partes con
coloridas y apretadas ropas interiores y se arrojan edificios los unos a los
otros por diversión. Pero el día de hoy, todo eso ha cambiado. Un verdadero
héroe saltó de las página de un libro para darle a mi clase una visita especial.
Su nombre es Miep Gies y ella es la señora que cuidó de Ana Frank. ¡No puedo
creer que aquella mujer responsable de mantener a Ana Frank viva en el ático
viniera a hablarnos en persona!»
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