IRIS, VUELA EN LA QUEBRADA / IGNACIO HERNÁNDEZ MENESES
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Ignacio Hernández Meneses.
R E P O R T A J E:
Iris, vuela en La Quebrada
*Niña intrépida que diariamente reta al viento y a las espumosas olas del océano más grande del mundo…
Con el sol a plomo y con los brazos acariciando el viento, diariamente Iris Selene vuela como gaviota en La Quebrada.
En Acapulco, esta niña intrépida casi mujer, con las manos en la cintura, con sus clavados en caída libre, reta a la fuerza del mar y a la muerte misma.
Piel canela, ojos chiquitos pizpiretas. Es una varita de nardo con larga y alaciada cabellera que bien le cubre la espalda, cabello azabache que se amarra para surcar el fuerte viento de los legendarios acantilados.
Luego de tocar fondo, emerge de entre la blanca espuma alimentándose de los aplausos de los turistas que vienen de todo el mundo, desde tierras lejanas donde precisamente solo conocen a México por La Quebrada.
Dicen que hijo de tigre pintito. Iris Selene es de esas hijas con garras, disciplina y aplomo. Le heredó a su padre José Luis Álvarez Bello esa valentía de volar y volar para estar a la altura de las alturas.
Diariamente, desde hace siete veranos, rompe las olas del océano más grande del mundo. Sus aterciopeladas manos escalan cada mediodía los riscos de la legendaria Quebrada, por donde también en la época de oro del puerto, se lució con sus clavados “El Chupetas”, “Tarzán”, “Tintán”, “Cantinflas”, “Negritillo” y en su cuento, “Memín Pingüín”.
Desde un altavoz del viejo hotel “El Mirador” la anuncian en inglés y en francés. Los gringos se apresuran a sacar sus cámaras para llevarse gravada la fresca sonrisa de esta niña mujer que está haciendo la nueva historia por todos los rincones del mundo.
En las paredes de su casa en la popular colonia La Mira , ya cuelgan los primeros reconocimientos a sus clavados que le han entregado Mujeres de Prensa, AC.; el gobernador Carlos Zeferino Torreblanca Galindo y el presidente municipal Félix Salgado Macedonio, por sus 22 metros de méritos.
“No manches a veces no sacamos ni para los refrescos…”No hace mucho terminó la primaria en la “Niños Héroes de Chapultepec”, cerca de su hogar en la colonia La Mira , donde tienen a sus pies a su centro de trabajo, el icono de Acapulco.
Desde los 7 años, Iris acompañaba a su padre a ver como una y otra vez, saltaba a la fama. Su papá le enseñó el abecé de volar con la frente en alto.
Por los aires, Iris se luce en todo su esplendor con su traje negro y blanco. Subió y bajó como gacela los 107 escalones que la llevaban y traen de los riscos, piedras que sube como si tuviera imán en las manos, como si tejiera una telaraña.
“Me gusta ser clavadista, si no me gustara simplemente no estaría aquí”, dijo con firmeza poco antes de lanzarse al mar. “…Y es que las mujeres ya demostramos que podemos hacer todo. Se que es muy arriesgado ¡pero… quien no arriesga no gana!”.
“Es una emoción especial cuando sientes que te besa el viento, cuando uno vuela siente uno que es gaviota, eso es, el aire en tu cara, el vértigo, tocar el agua con fuerza, rompemos las olas con los puños que llevamos como defensa”, describe Iris mientras el iris de sus ojos se asoma hacia las majestuosas piedras que brillan por el ardiente sol.
Reconoce que ha visto como muchos clavadistas terminan su carrera con la carnosidad y ceguera a cuestas, con los oídos reventados.
Dice estar orgullosa de su padre, de quien dice, la ha apoyado en su proyección en La Quebrada , “aunque primero lo tomó como un juego”. Iris tiene también otro sueño, otro proyecto, otra esperanza que está construyendo desde ahora que ya está en secundaria, “quiero ser abogada, me gusta pero no abandonaré los clavados también van a ser parte de mi vida”.
También reconoce que su mamá la apoya en todo, “en casi todo lo que yo quiero”. Jazmín Alonso Quevedo es la autora de su vida. Iris vive feliz con sus hermanos Ulises y Beatriz.
El peligroso y hermoso espectáculo termina en una bolsa de plástico donde los clavadistas reciben las propinas, billetes verdes que más tarde cambiarán para repartirse y así, sacar el pan de cada día. Ç
No tienen salario, “no manches, a veces no sale ni para los refrescos”, puntualiza mientras pasa uno de sus compañeros clavadistas que la llama para prepararse y estar lista para el nuevo clavado.
Iris Selene Álvarez Alonso es orgullosamente y 100% acapulqueña, y hoy, en La Quebrada , ya está escribiendo otra página de la historia de Acapulco.
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