Hoy voy a contarles de la época de las historietas, de un tiempo donde en Argentina todavía no se conocía el término cómic. Las primeras que me atrajeron no mostraban superhéroes ni personajes irreales. Sólo había dibujos con personas diseñadas al estilo pop: uno trataba de adolescentes, el otro de historias “rosas” para nenas.
Corrían los años ’70 y llegó a mis manos una pequeña revista con dibujos de adolescentes. Se llamaba Archie (o Archi en castellano), con un pelirrojo en la tapa y una trouppe de jóvenes jubilosos. Fue leer una para enseguida buscar kiosco a kiosco, ciudad a ciudad, nuevas y diferentes ediciones de las aventuras de un grupo de jóvenes yanquis felices que iban a la fuente de soda, y que, por algún motivo que hoy no me explico, me convirtieron en su fan.
Al poco tiempo, comencé a intercambiar con mis amigas otra edición de formato similar (revistas de 19 por 13 centímetros, y unas 30 páginas cada una). Hablo de Susy, secretos del corazón, también muy de moda en esa época, pero más melosa, historias tipo telenovela en donde más de una ex nena dejó sus lágrimas allí impregnadas. En esos años no había tantos programas de televisión ni tantas opciones como hoy, así que mis tardes también se llenaban con adolescentes yanquis risueños por doquier y páginas pegoteadas de rubias buenísimas y morochas perversas, dispuestas a robar los novios de las “rubiasbuenas”, quienes lloraban en secreto y se sacrificaban para que el ser amado fuera feliz con la “morochamalísima”, mientras una lágrima redonda rodaba por su sonrosada mejilla.
Archi, un líder pelirrojo
Esta es la historieta de adolescentes de secundario, cuyo pelirrojo protagonista era galán para las chicas que anhelábamos tener un chico bonito y canchero cerca (de hecho, confieso que mi primer novio fue pelirrojo).
Pero Archie fue creada mucho antes de los años ’70. El 22 de diciembre de 1941, en el número 22 de la revista de superhéroes Pep Comics, es donde apareció con dibujos de Bob Montana y guión de Vic Bloom. Esta tira cómica, que entró sólo como reemplazo de Madam Satan, pronto logró una inesperada popularidad.
La idea original había nacido un par de años antes, cuando en 1939 se creó una editorial originalmente de superhéroes: MLJ Comics (nombre formado por sus tres fundadores: Maurice Coyne, Louis Silberkleit y John L. Goldwater). La historia de Archie y su pandilla, que supo representar a una incipiente cultura joven, llegó a tal grado de éxito que para 1946 MLG cambió su nombre por Archie Comics. El objetivo inicial había sido atraer a los fans de las películas de Mickey Rooney, un pelirrojo que hacía el rol de Andy Hardyen en una serie de films muy taquilleros entre los años 1937 y 1947.
En América Latina la revistita fue distribuida con éxito como Archi por la editorial mexicana Novaro (editorial que, a todo esto, desapareció con un terremoto que asoló México en los años ’80).
Archi y sus amigos
Los personajes creados por Montana estaban inspirados en personas reales que él mismo había conocido en Haverhill, Massachusetts.
La barra adolescente vivía al este de Riverdale y estaba liderada por Archie Andrews (Archi Gómez en la versión en castellano), que era un adolescente pelirrojo y pecoso, estereotipo del joven estadounidense, y muy cotizado entre las chicas y, a su vez, muy interesado en salir con ellas. Hablamos de un galán, no por su carácter impulsivo y algo torpe -y menos que menos por su chaleco a rombos-, sino más bien por su personalidad ingeniosa, simpática y divertida. La clave del personaje es que pasa sus días entre dos amores: Betty y Verónica. De hecho, uno de los ejes temáticos principales de la historieta es el triángulo amoroso Betty-Archi-Verónica. Ellas, entonces, tienen un rol protagónico en estas historias:
· Betty Cooper (Beti Rosas), “la rubia”, es una piadosa muchacha, dulce y buena estudiante. Está siempre lista para la diversión, especialmente si está Archi, pero eso no le quita tiempo para estudiar. Además, es buena para los deportes y hasta hace su propia ropa.
· Veronica Lodge (Verónica Del Valle), “la morocha”, es una chica rica que usa ropa cara y ostentosa. Es sexy, mala, sofisticada y, supuestamente, la mejor amiga de Betty, su rival por el amor de Archi.
Dentro del grupo de Archi sus amigos principales son:
· Torombolo o Forsythe Jones, alias “Jughead” (literalmente: “cabeza de jarra”), el antihéroe y mejor amigo de Archi. Tiene un estilo tontón pero sarcástico, somnoliento, perezoso, con una fuerte inclinación hacia la música, y un look de lo más ridículo: pantalones cortos y coronita incluida. Ávido consumidor de hamburguesas, se lo puede describir como un dulce, patético y escuálido payasito rechazado por las féminas, pese a su constante esfuerzo por agradarles.
· Reggie Mantle (Carlos Marín -imagen ) es el morocho fachero, pero peca de envidioso y soberbio: él mismo es el primero en alabar su belleza. Por eso, a pesar de su buen look y sus bromas, no le va muy bien con las chicas.
· Marmaduke “Big Moose” Mason (o Gorilón) es el fortachón y extremadamente torpe de la banda.
· Dilton Doiley (o Dilton Díaz) es un sagaz miembro de la pandilla.
Las principales autoridades escolares son: Miss Grundy (o Señorita Canuta), la vieja maestra gruñona y Mr. Weatherbee (o Señor Paz), el calvo y malhumorado director de la escuela, y acérrimo enemigo de Archi.
Respecto de los familiares, los que aparecen con mayor frecuencia son: el engreído padre de Verónica, Mr. Hiram Lodge y los padres de Archi, Mr Fred and Mary Andrews. A veces también se ve a Jellibean, la hermana de Torombolo; Hot dog, el perro de Torombolo; Chic y Polly, los hermanos mayores de Betty; Spotty, también, el perro de Archi; Leroy, el problemático hermano menor de Verónica y Caramel, el gatito de Verónica.
Más sobre Archi
En los años ’50 apareció una historieta derivada de la original, llamada Little Archie o El pequeño Archi, constituida casi por los mismos personajes pero de pequeños, de cuando iban a la escuela primaria. Esta historieta duró más que la original (hoy, cada tanto, se publican nuevas revistas).
Pero además, los personajes de Archi, aparecieron en otros formatos. El programa de radio Archie Andrews debutó en mayo de 1943, y pasó por varias emisoras hasta concluir en septiembre de 1953.
Entre 1968 y 1970 salió por la televisión norteamericana The Archie Show, un dibujo animado basado en la historieta, y que fue adaptada por la compañía Filmation. En el dibujito era muy común ver una banda tocando los temas con el sonido de la época. El grupo en la ficción estaba formado por los principales integrantes de la pandilla de Archi. En 1969 la banda de pop-rock The Archies, el verdadero grupo que surgió para el dibujo animado, se ganó un disco de oro por el hit Sugar Sugar.
Durante las décadas del ’70, ’80 y ’90 se hicieron varios especiales y series cortas sobre Archi, incluso, un piloto para televisión con personajes reales, pero que no prosperó.
Con el fin de mantener la inocencia y la imagen, Archie Comics tomó varias medidas legales, como por ejemplo, prohibir los “fanfics” (historias e ilustraciones creadas por los fans), para evitar que degeneren en material pornográfico, así como también una obra de teatro de 2003 donde Archie era gay.
Susy, secretos del corazón
También en los años ’60 y ’70 las nenas leíamos Susy, secretos del corazón, que la editorial mexicana Novaro –la misma que distribuía Archi– adaptó (a veces de manera simplificada) de originales norteamericanos de los años ’40 o ’50, tales como Secret Hearts, Young love y Heart Throbs. En Argentina fue distribuida por Acme como “una interesante serie sobre el más hermoso sentimiento humano”, ya que Susy prometía revelar “con apasionada ternura la edad de los románticos idilios, cuando la vida es tan bella y al mismo tiempo tan complicada por sus dulces alegrías y tristezas. 32 páginas a todo color”.
Susy no hacía otra cosa más que mostrar las lágrimas permanentes y suspiros virginales por amores no correspondidos de una joven de pollera vaporosa y zapatos para bailar rock. Y si no, nombremos algunos títulos, que lo dicen todo: “Entre dos amores”, “El hombre de mi futuro”, “No quiero amar”, “Tímida para el amor”, “Los amo a los dos”, “Mi amor secreto” o “No me quites a mi hombre”.
Susy, Secretos del Corazón eran revistas románticas e ingenuas, empalagosas e indudablemente inverosímiles, pero que servían para adornar las fantasías de las púberes: estas historias de dibujos que rayaban la fotonovela, llegaron a estremecer a unas cuantas. Las chicas fantaseaban con galanes sensibles que, a través de enredos amorosos al estilo novela rosa, no les rompieran el corazón. De más estaría aclarar que acá el tema era el amor con mayúscula, y que el camino para conquistarlo siempre era difícil, lleno de obstáculos. Los secretos del corazón de las heroínas se despejaban cuando, luego de sufrir, meter la pata o resistirse, encontraban al hombre que el destino les tenía reservado para hacerlas felices. Y si se trataba del amor verdadero con el hombre correcto, la felicidad quedaba misteriosamente garantizada en el cuadro final (beso en primer plano), y a salvo de traiciones y malas sañas.
Eran historias cortas que se resolvían en cinco o diez páginas (aparecían varias en cada revista), y, a diferencia de las novelas rosa o de las telenovelas, en Susy no eran comunes las peleas por la fortuna, los villanos ni los temas de poder, sólo importaba EL amor. Todo lo demás -trabajo, salud, problemas familiares, carrera, labores domésticas– quedaba rigurosamente excluido, salvo por circunstancias excepcionales.
Casi ni hace falta aclarar que en Susy no existía posibilidad alguna de que las protagonistas tuvieran relaciones sexuales con sus novios. ¿Sexo dije? ¿Qué es eso? Sólo bailaban y se besaban. Y los besos eran el test definitivo para descubrir el amor verdadero. Por ejemplo, en “Entre dos amores”, Ana no sabe si ama a Adán, el formal, o a Jaime, el mundano. Cuando desfallece en brazos de Adán, comprende que él es el hombre de su vida. Sin embargo, en la fiesta de compromiso aparece Jaime. La atracción resurge, Ana se deja engatusar y huye con él. Gracias a dios no llega lejos: se quedan sin nafta, y Jaime hace un comentario despectivo sobre Adán… A ella se le prende la lamparita y regresa presurosa a la fiesta. El bueno de Adán ya se estaba inquietando: “¿Dónde estabas?”, le pregunta, “¿Te perdiste?”. “Sólo un momento, Adán,”, responde la heroína mirando a cámara, “pero aquí estoy”. Gran beso (de labios). Final feliz.
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