PALABRAS QUE DUELEN
"No te van a querer ni los perros", era la frase que ella siempre usaba para corregir a sus hijos cuando se portaban mal. Primero, venía el pellizco, y después, como de remate, esta frase punzante, aguda. Seguramente, si le preguntan, ella los educó con amor. Y en nombre del amor, dijo frases como estas.
"¿Quién quiere otra hamburguesa?", preguntó Carlos en el cumple de su hija.
"¿Quién quiere otra hamburguesa?", insistió.
"Tu no, mi amor, que estás muy gorda", fue la frase que disparó delante de todos sus amigos.
Ella se puso roja de vergüenza, un nudo enorme le cerró la garganta y no comió más. Se levantó despacio y la soledad de su cuarto adolescente fue el mejor refugio hasta la madrugada del día siguiente.
El padre no sabía qué hizo mal esa noche.
"Vamos, no seas mariquita", le dijo su profesor de natación cuando él –que en ese momento tenía 6 años– pidió una toalla al salir de la pileta porque tenía frío. Y todos sus amigos empezaron a reírse. "Mariquita, mariquita", le gritaron. Y el profesor, lejos de hacerlos callar, los alentó. Nunca más volvió a nadar.
"Da pena ver ese dibujo", le dijo su profesora de Dibujo el primer día del primer año de secundaria. Ella venía de una primaria impecable, donde Dibujo era su materia preferida. Y era, para hacer honor a la verdad, una joven promesa. Volvió a dibujar 28 años después, cuando –terapia mediante– descubrió cuánto la había inmovilizado esa frase.
Sierra Nevada fue el lugar elegido para festejar sus 10 años de casados. Caminata por la nieve, todos los turistas en hilera para no resbalarse. Ella iba delante; él, detrás. "Tu trasero me tapa todo el sol", fue la frase que eligió él para hacer un chiste. Y no entendió por qué esa noche ella se encerró en el baño a llorar.
Son frases que no te matan, pero te marcan para toda la vida.
Frases de mierda que están ahí... rondando, para reaparecer sin previo aviso.
Las PALABRAS QUE DUELEN tardan muchos años en salir del corazón del otro, y hasta a veces no salen.
PENSEMOS ANTES DE HABLAR, para no herir el corazón de los que mas amamos.
Normalmente traspasamos a nuestros hijos la mochila de traumas con la que inconscientemente vivimos, transformándolos en víctimas de las víctimas que somos nosotros como muestra la imagen.
La voz con la que les hablamos se transformará en su voz interior y una tarea ineludible debería ser la de sanearse un mismo antes de tener hijos.
La cuestión no es lamentarnos y culpar por lo que nos han dicho y nos han hecho daño, sino darnos cuenta de que esas frases nacen de la inconsciencia, de no saber lo que se está haciendo y de la mochila emocional de cada uno.
Por tanto, es posible que nosotros lo estemos haciendo también desde la inconsciencia y con la mejor intención, así que la mejor postura es darnos cuenta de que falsas son esas frases que un día recibimos, romper con ellas y prestar atención a lo que sale de nuestra boca para no herir a otros transfieriendo nuestros traumas.
Este texto es una adaptación de un Muro de Psicología Infantil acompañándolo de reflexiones extraídas de un próximo libro sobre Mindfulness en la educación.
Al respecto de manera personal debo decir: hace años salió en mi tierra una canción en la que se escuchaba " esas caderas ya vienen conmigo" y otra que cantaba " un kilo de cadera no es cadera". Pues bien, nos parecía, en ese entonces, muy gracioso cantarsela a una joven muy bonita. Que tenía una figura también bonita. Ella nunca protestó. Al paso de los años, me di cuenta, que esos comentarios hicieron efecto ya que cayó en depresión (sumado a la muerte prematura de su madre) y sufrió anorexia y bulimia. Estuve para ayudarla y salió después de algunos años. Seamos cuidadosos con nuestras palabras. Y más con nuestros hijos. Alguien le decía a mi Matteo que era "gordito y sin talento para la música". Le prohibí decirle nada a mi niño y no comentar frente a nosotros esté tema. Él que es un niño alegre empezó a preocuparse porque era "gordito", y ya no quizo estudiar música. Y tiene apenas 6 años. Tratemos de reflexionar antes de hablar.
Yeya