La verdad es que no sabía como empezar este blog ¬¬U . Y bueno he decidido empezar con un corto cuento japonés, tal vez ya lo hayan oído alguna vez en sus vidas pero a mí me gusta, sobre todo el sentido de su enseñanza.
EL hombre consiguió otro gato. Uno de color pardo. El gato no era tan fuerte como el anterior, pero era muy astuto. Así que el hombre lo llevó a su casa. Esa noche, el gato y la rata se enfrentaron, pero ésta era mucho más astuta que el gato y podía adelantarse a sus movimientos. Luego de un momento, el gato no tuvo otra opción que huir.
EL hombre volvió al templo para pedir un consejo, estaba desesperado. El monje, piadoso, le obsequió uno de sus gatos, un gato que vivía en el templo zen. Era de color gris y parecía perezoso, nada ágil y parecía que siempre dormía. El hombre se extrañó mucho, pero lo llevó a su casa. Esa noche, el gato solo permaneció echado en medio de la pequeña sala del hombre. La rata salió a retar al gato, pero éste la miró de reojo y decidió descansar un poco más. La rata titubeó, mirando al gato que no se acercaba ni parecía inmutarse.
Así pasó la noche, y el gato parecía dormir siempre. La rata se acostumbró
a la presencia del inofensivo gato, así que decidió salir y hacer de las suyas en la casa. Cuando pasó despreocupada por el costado del gato, éste, de un zarpazo la mató y se la comió.
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