En la mitología griega, Narciso (en griegoΝάρκισσος) era un joven conocido por su gran belleza. Acerca de su mito perduran varias versiones, entre las que se cuenta la de Ovidio, que fue el primero en combinar las historias de Eco y Narciso y relacionarlas con la anterior historia del vidente-ciego Tiresias.
Según esta última, tanto doncellas como muchachos se
enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus
insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien
había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las
últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de
hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el
bosque, acabó apartándose de sus compañeros.
Cuando él preguntó «¿Hay alguien
aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí».Incapaz de verla oculta entre los
árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió
de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a
aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí
se consumió hasta que solo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la
diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en
una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen,
acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció
una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso
Publicado por *Martha Cervantes Y *Eva Ma. Arroyo C.
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