Nos contó don Evencio que él nació el 18 de octubre de 1923,
en Tecpan de Galeana, Guerrero, hijo de don Celestino Iturburo y de doña Mercedes Romero quienes hacían continuas visitas al puerto, hospedándose con los Stephens, es decir, en la casa de huéspedes de doña Lola Estrada. Que forzados por la difícil situación que la política había creado en el campo guerrerense (y en todo el país), emigran definitivamente a Acapulco en el año de 1935.
En el año de 1939 deciden sus padres enviar al joven Evencio a cursar sus estudios de contador público a la ciudad de México, donde se recibe y
desarrolla profesionalmente. Debido a su trabajo, viene a Acapulco a realizar una auditoria a una agencia de viajes que estaba en el edificio Oviedo, llamada Lona Tours. Esto sucedió a mediados de 1950.
La agencia estaba en bancarrota por lo que fue vendida a Carlos Ortiz
quien la instaló en el hotel Majestic y la inauguró a fines de 1950.
Evencio se quedó en Acapulco y cuando fracasa Carlos Ortiz con la agencia, habla con don Antón Elorriaga, quien se la rentó. En sí. la agencia no tenía gran futuro, a menos que pudiera extender sus actividades al ramo acuático, así que Evencio logró que le dieran la concesión de los deportes acuáticos en la playa de La Aguada, donde comienza a tener éxito y adquiere una lancha para esquiar, la que bautiza con el nombre de su esposa: Aída.
Es en esta lancha, donde se aventura a llevar clientes (hasta , al Puerto Marqués, y La Roqueta, pero a diferencia de Los Amigos que ya hacía un viaje a Puerto Marqués, Evencio les incluyó bebidas dentro del precio del paseo.
Por este tiempo también inicia su recorrido por la bahía, don Enrique Brown, con el velero La Barca de Oro.
Evencio, eventualmente, afilió su lancha a la Unión de Pescadores de el malecón, y hasta ayudó a formar la cooperativa, pero se separó de ella al hacerse representante de las lanchas Chris-Craft.
Evencio recuerda que le vendió una lancha para esquiar a Joaquín de Silva y, en una plática, éste le dijo que había un barco abandonado, de 88 pies, que el señor Ralph Hemphill, dueño de las famosas Hemphill Schools,
había vendido a alguien que por determinados problemas estaba en la cárcel, pero que el barco se podía reparar y hacer a la mar.
El barco en cuestión se llama Sea Cloud, y Evencio lo adquirió en la cantidad de $600,000 pesos, pagaderos en letras de $6 000 mensuales.
Evencio llevó el barco con Pepe de la Vega, quien lo arregló en su astillero y, por fin, en febrero de 1958 el Sea Cloud hizo su primer recorrido turístico, con solamente un pasajero, pero a los treinta días, o sea, para el mes de marzo, partía con 400 pasajeros y le faltaba lugar.
Este fue el inicio de los recorridos en yates de recreo, que incluía música para bailar y bebidas, por sólo $45 pesos, contra $35 que cobraban los veleros, pero sin incluir bebidas. Por lo tanto, al Sea Cloud, le sobraban clientes.
Debido a lo anterior, Evencio adquirió en 1960 un barreminas, que transforma en el Sea Cloud II, donde cómodamente pasean 800 turistas.
El negocio sigue prosperando, y en 1976, Evencio se ve obligado a comprar un barco caza-submarinos, que convierte en el Yate Hawaiano,
donde ya puede transportar 1000 pasajeros con todas las facilidades.
Se desarrolla el negocio de grupos y convenciones y finalmente, en 1980,
adquiere un remolcador que ya como Yate Acapulco, va a llevar a 1200 pasajeros en un recorrido que deja una amplia y blanca estela sobre las azules aguas de la bahía de Santa Lucía.
Tristemente el Acarey se hundió con el paso del Huracán Otis al parecer se salvó el Bonanza.
Creditos: Francisco R. Escudero / Libro "Origen y evolución del Turismo en Acapulco" nos cuenta acerca de los Yates de Paseo. (Pags. 174 y 175)
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