jueves, octubre 29, 2020
POESÍA W.H. BAUDEN
SALTA ANTES DE MIRAR
La sensación de peligro no debe desaparecer:
el camino es sin duda tan breve como escarpado,
por muy paulatino que aparezca desde aquí;
mira si quieres, pero tendrás que saltar.
Los hombres duros se ponen sensibleros en sueños
y quebrantan las ordenanzas que cualquier necio puede respetar;
no es la convención sino el miedo
lo que tiene tendencia a desaparecer.
Los esfuerzos cavilosos de la masa atareada,
la suciedad, la impresición y la cerveza
rinden unas cuantas agudezas todos los años;
ríete si puedes, pero tendrás que saltar.
Las prendas que se considera adecuado vestir
no serán baratas ni practicas,
mientras consintamos en vivir cual ovejas
y nunca mencionar a quienes desaparecen.
Mucho cabe decir a favor del desparpajo social,
pero alegrarse cuando no hay nadie
es mas difícil incluso que el llanto;
nadie mira, pero tienes que saltar.
Una soledad de diez mil brazas de hondura
sustenta el lecho en el que yacemos, cariño:
aunque te quiero, tendrás que saltar;
nuestro ensueño de seguridad debe desaparecer.
Diciembre de 1940
Epitafio para un tirano
Andaba tras cierta forma de perfección
y la poesía que inventaba era fácil de
entender;
conocía la tontería humana como a la palma
de su mano,
y estaba muy interesado en flotas y en
armadas; cuando se reía, reventaban de risa
los respetables senadores,
y cuando lloraba, los niñitos se morían en las
calles.
Otro tiempo
Para nosotros como cualquier otro fugitivo,
como las innumerables flores que no pueden enumerar
y todas las bestias que no necesitan recordar,
es hoy donde vivimos.
Muchos intentan decir Ahora No,
muchos han olvidado cómo
decir Yo Soy, y se
perderían, si pudieran, en la historia.
Se inclinan, por ejemplo, con esa elegancia del viejo mundo,
ante una bandera adecuada en un lugar como es debido;
mascullan cual ancianos mientras suben renqueando
sobre lo Mío y lo Suyo y lo Nuestro y lo de Ellos.
Como si el tiempo fuera lo que solían desear
cuando aún estaba dotado de posesión,
como si anduvieran errados
al no desear seguir formando parte.
No es de extrañar, pues, que tantos mueran de pena,
que tantos estén tan solos al morir;
nadie ha creído aún ni apreciado una mentira:
Otro tiempo tiene otras vidas que vivir.
Octubre de 1939
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"
Canción de cuna
El estrépito del trabajo queda mitigado,
otro día ha llegado a su ocaso
y se ha cernido el manto de la oscuridad.
¡Paz! ¡Paz! Desprovee tu retrato
de sus vejaciones y descansa.
Tu ronda diaria ha concluido,
has sacado la basura,
respondido algunas cartas aburridas
y pagado una factura a vuelta de correo,
todo ello frettolosamente.
Ahora tienes permiso para yacer,
desnudo, aovillado cual quisquilla,
recostado en la cama, y disfrutar
de su acogedor microclima:
canta, Grandullón, canta arrorró.
Los antiguos griegos se equivocaban:
Narciso es un vejete,
domado por el tiempo, liberado al fin
de la lujuria de otros cuerpos,
racional y reconciliado.
Durante muchos años envidiaste
al hirsuto, el tipo machote.
Ya no: ahora acaricias
tu carne casi femenina
con enorgullecida satisfacción,
imaginando que eres
inmaculado e independiente,
calentito en la madriguera de ti mismo,
madonna y bambino:
canta, Grandullón, canta arrorró.
Deja que tus últimos pensamientos sean todo agradecimiento:
ensalza a tus padres que te dieron
un Super Ego de fuerza
que te ahorra tantas molestias,
llama a amigos y seres queridos por doquier,
luego rinde justo tributo
a tu edad, a haber
nacido cuando naciste. En la adolescencia
se te permitió conocer
hermosas antiguallas
que pronto desaparecerían de la faz de la tierra,
locomotoras de caldera venical, motores de balancín
y ruedas hidráulicas de admisión superior.
Sí, amor mío, has tenido suene:
canta, Grandullón, canta arrorró.
Ahora a caer en el olvido: que
la mente del vientre se apropie
por debajo del diafragma,
del dominio de las Madres,
quienes vigilan las Puertas Sagradas,
sin cuyas mudas advertencias
el yo verbalizador pronto
se conviene en un déspota despiadado,
lascivo, incapaz de amar,
desdeñoso, hambriento de estatus.
Si te acecharan los sueños, no les hagas caso,
pues todos ellos, tanto los dulces como los horrendos,
Son bromas de dudoso buen gusto,
demasiado insípidas para hacerles caso.
canta, Grandullón, canta arrorró.
Abril de 1972
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"
mientras paseaba una tarde
" Mientras paseaba una tarde caminando Bristol Street abajo, las multitudes que cubrían el pavimento eran campos de trigo listos para la cosecha, y abajo, junto al crecido río, escuché cantar a un enamorado bajo una arcada de la vía férrea: El amor no tiene fin, te amaré, querida, te amaré hasta que China y Africa se unan, y el río salte sobre la montaña y los salmones canten por las calles, te amaré hasta que el océano esté plegado y colgado a secar y las siete estrellas corran graznando como gansos por el cielo, los años correrán como conejos, porque en mis brazos sostengo la flor de las eras y el primer amor del mundo. Pero todos los relojes de la ciudad comenzaron a vibrar y a sonar, ¡Oh! No permitáis que el tiempo os engañe, el tiempo no puede conquistarse, en las madrigueras de la pesadilla dónde desnuda está la justicia, el tiempo vigila desde las sombras y tose cuando queréis besaros, a base de dolores de cabeza vagamente la vida se nos escurre y el tiempo hará su capricho mañana u hoy, en muchos valles verdes se introduce la terrible nieve, el tiempo rompe las hilvanadas danzas y el brillante arco iris del somormujo. ¡Oh! Hundid vuestras manos en agua, hundidlas hasta la muñeca, fijad, fijad la mirada en la palangana y preguntaros qué os habéis perdido, el glaciar golpea en el armario, el desierto suspira en la cama y la grieta de la taza de té abre un camino hasta la tierra de los muertos (…) ¡Oh! Poneos, poneos junto a la ventana mientras abrasan las lágrimas y comienzan a fluir, amaréis a vuestro retorcido vecino con vuestro retorcido corazón, era tarde, tarde anochecida, los amantes habían partido, los relojes habían dejado de sonar, y el profundo río seguía fluyendo. "
FUNERAL BLUES
Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.
Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro
Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción
Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.
No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.
WH AUDEN
SI PUDIERA DECIRTE
EL tiempo dirá tan sólo: “ya te dije”
Sólo el tiempo conoce el precio que hemos de pagar;
Si yo pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Si debiéramos sollozar cuando los payasos hacen su número,
Si debiéramos tropezar cuando tocan los músicos,
El tiempo diría tan sólo “ya te lo dije”.
No hay fortunas que predecir, no obstante,
Porque te amo más de lo que puedo expresar
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Los vientos deben venir de alguna parte cuando soplan,
Debe haber razones por las que las hojas se pudren;
El tiempo dirá sólo “ya te lo dije”..
Tal vez las rosas realmente quieren crecer,
Tal vez la visión quiere en verdad permanecer;
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Supongamos que los leones se levantaran todos y se fueran,
Y que todos los arroyos y los soldados huyeran;
¿Dirá el tiempo algo que no sea ya te lo dije?
Si pudiera decírtelo te lo haría saber.
Embajada
Se disipó, al caer la tarde, la opresión del día;
Las altas cumbres pudieron divisarse; había llovido
A través de amplios prados y flores refinadas
Fluía el diálogo de los diplomáticos.
Dos jardineros les miraron los zapatos caros
y el chofer esperaba, leyendo algo apoyado sobre el manubrio,
hasta que ellos terminaran su intercambio de enfoques.
Parecía una escena perteneciente a la esfera privada.
Lejos de ahí, sin importar sus buenas intenciones,
las fuerzas armadas esperaban un error verbal
con toda la parafernalia dispuesta para dañar:
Y del encanto de ellos dependía
una tierra devastada, con sus jóvenes masacrados,
sus mujeres llorando y el pueblo bajo el terror.
(Versión de Germán Carrasco)
Blues de la muralla Adriana
Un viento de tormenta sopla sobre el rastrojo,
Tengo frío en la nariz, y en mi túnica piojos.
Viene la lluvia repicando del alto cielo inglés,
Soy un soldado de este muro, y no sé por qué.
La neblina lo está cubriendo todo,
Mi chica está en Tungria, yo duermo solo.
Aulus es un tipo que le arrastra el ala,
No me gusta su estilo, no me gusta su cara.
Piso es un cristiano, su dios es un pescado:
Si por el fuera los besos se habrían terminado.
Ella me dio su anillo; lo jugué y lo perdí:
Yo quiero a mi chica, y también me quiero a mí.
Cuando tenga un solo ojo y sea un veterano
No haré más que mirar el cielo del verano.
(Versión de Daniel Samoilovich y Mirta Rosenberg)
Canzone
¿Cuándo aprenderemos —cosa clara como el
agua—
que no podemos escoger lo que somos
libres para amar?
si bien el ratón que deportamos ayer
es hoy un furioso rinoceronte,
nuestro valor está más amenazado de lo que
suponemos:
necias objeciones a nuestro día de hoy
husmean sus alrededores; noche y día
caras, oraciones, batallas, acosan nuestra
voluntad
tanto como ruidos y formas cuestionables;
enteras esporas de resentimientos
cotidianos
dan status a los salvajes del mundo
que gobiernan a los distraídos y a este
mundo.
Somos creados con y desde el mundo
para con él y desde él sufrir día tras día:
ya sea que nos encontremos en un mundo
majestuoso
de sólidas medidas o en un mundo de sueño
de oro y cisnes, se nos pide que amemos
las cosas sin hogar que requieren un mundo.
Nuestra exigencia de poseer nuestros
cuerpos y
nuestro mundo
es nuestra catástrofe. ¿Qué podemos experimentar sino
pánico y capricho hasta
saber al fin
que nuestro medroso apetito exige un
mundo
cuyo orden, origen y propósito, sea
una copiosa satisfacción de nuestra
voluntad?
Deriva, Otoño, deriva; hojas, colores, donde
quieran:
necia melancolía se desmenuza por el
mundo.
Deploren, fríos océanos, la voluntad linfática
atrapada, reflejante, en el derecho a desear:
mientras violentos perros alborotan su
moribundo día
en furia báquica; aunque gruñan, como es su
voluntad,
sus colmillos no son un triunfo para la voluntad sino cabal
indecisión. Aquello por lo
que nos amamos
es nuestro poder para no amar,
reducirnos a la nada o explotar a voluntad,
arruinarnos y recordar que sabemos
lo que ruinas y hienas no pueden saber.
Si ahora en esta oscuridad sé cada vez
menos
cuál es la escalera en espiral en que la
hechizada voluntad
asecha el equipaje que le robaron, ¿quién
podría saberlo
mejor que tú, amada? ¿cómo sé yo
lo que da seguridad a cualquier mundo?
¿o en el espejo de quién comienzo a conocer
—como los mercaderes sus monedas y sus
ciudades—
el caos del corazón, rey por un día?
pues a través de nuestro tráfico vivaz
de todo el día en mi propia persona me obligo a
saber
cuánto debe olvidarse del amor,
cuánto, incluso, del amor, debe perdonarse.
Querida carne, querida mente,
querido espíritu, Oh
amor querido,
en mis profundidades ciegos monstruos
saben
de tu presencia y están furiosos,
y temen al amor que exige a sus imágenes algo más
que amor;
los ardientes caballos rampantes de mi voluntad,
atrapando las esencias Celestiales, relinchan:
Amor no justifica el mal hecho en nombre del amor
ni en ti, ni en mí, ni en los ejércitos,
ni en el mundo de las palabras y las ruedas, ni en
ningún otro mundo.
Querida creatura-semejante, alaba a
nuestro Dios
de amor
que así nos amonesta, que nunca un día
de juicio consciente sea un día desperdiciado.
Eso o de cada día hacer un espantapájaros,
barullo y revoltijo de nuestro común mundo
y borra y tontería de nuestra libre voluntad;
eso, o nuestra carne en mutación nunca
sabrá
que debe haber tristeza si es que puede
haber amor.
Dichtung und wahrheit (fragmento)
L
Este poema que deseaba escribir debería haber expresado exactamente lo que quiero decir cuando pienso
las palabras Te amo, pero no puedo saber exactamente qué quiero decir;
debería haberme resultado manifiestamente verdadero, pero las palabras no pueden
verificarse a sí mismas. Así que este poema quedará sin escribir. Eso no importa.
Llegas mañana; si estuviera escribiendo una novela en la que ambos fuéramos personajes,
sé exactamente cómo te recibiría en la estación: adoración en la mirada; en la lengua
guasa y lascivia.
Pero ¿quién sabe cómo te recibiré exactamente? ¿La Dama Bondad?
Vaya, esa sí que es una idea. ¿Se podría escribir un poema (un tanto desagradable, quizá)
sobre Ella?
1959
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"
GRACIAS, NIEBLA
Acostumbrado al clima de Nueva York,
tan familiarizado con su contaminada niebla,
a ti, su inmaculada Hermana,
te tenía olvidada por completo,
a ti y a cuanto aportas
al invierno británico.
Ahora, esa impresión nativa vuelve a mí.
Enemiga implacable de la prisa,
amedrentadora de conductores y de aviones,
todo lo veloz, desde luego, te maldecirá,
pero cuánto me agrada
que hayas sido persuadida a visitar
el hechizado campo de Wiltshire
a lo largo de toda una semana
en estas Navidades,
evitando que a alguno le diese por venir
aquí donde mi mundo se reduce
a esta vieja casa solariega
en la que gozamos de la amistad nosotros cuatro:
Jimmy, Tania, Sonia y Yo.
Asilo de ancianos
Todos poseen un límite: cada uno
Tiene un matiz de daño muy distinto. La élite
Es capaz de arreglarse por sí misma,
Caminar apoyada en un bastón,
Leer completo un libro, interpretar
Movimientos de fáciles sonatas.
(Pero acaso la libertad carnal
Es el veneno del espíritu:
Conscientes de lo que ha sucedido y el porqué
Abominan su tristeza sin lágrimas.)
Luego vienen los de silla de ruedas, el promedio
Que soporta la tele
Y guiado por amables terapeutas
Canta en comunidad.
Después los solitarios que musitan
Palabras en el limbo, y al final
Los que ya son del todo incompetentes
Y como una parodia de las plantas
(Ellas pueden sudar sin ensuciarse).
No obstante, hay algo que los une:
Todos aparecieron cuando el mundo,
A pesar de sus males,
Era más habitable y más vistoso
Y los viejos tenían auditorio
Y un lugar en la tierra.
(El niño reprendido por su madre
Podía refugiarse con la abuela para ser consolado
Y escuchar algún cuento.)
Hoy ya todos sabemos qué esperar,
Mas su generación es la primera
Que se ha desvanecido de este modo:
No en casa sino asignada a un pabellón, arrojada
Como se arrumban fardos indeseables.
Mientras voy en el Metro para estar
Media hora con una del asilo,
Recuerdo quién fue ella en su esplendor.
Entonces visitarla era un orgullo
Y no una caridad.
¿Seré tan frío como para esperar
Un somnífero rápido, indoloro;
O bien para rogar, como ella ruega,
Que Dios o la naturaleza precipiten
Su función terrenal?
1970 Versión de José Emilio Pacheco
La ley como el amor
La Ley, dicen los jardineros, es el sol,
la Ley es aquello
que todos los jardineros obedecen
mañana, ayer, hoy.
La Leyes la sabiduría de los viejos,
rezongan lánguidos los abuelos impotentes;
los nietos sacan una lengua atiplada,
la Ley es la razón de la juventud.
La Ley, dice el sacerdote con mirada piadosa,
explicándose ante una congregación impía,
la Leyes las palabras en mi piadoso libro,
la Ley es mi púlpito y mi campanario.
La Ley, dice el juez con su mirada de menosprecio,
hablando con claridad y suma dureza,
la Ley es como ya os dije,
la Ley es como, supongo, sabéis es
la Ley, pero dejadme que os lo explique otra vez,
la Ley es La Ley.
Sin embargo, los eruditos cumplidores de la ley escriben:
la Ley no acierta ni se equivoca,
la Ley no es más que crímenes
castigados por lugares y épocas,
la Ley es la ropa que llevan los hombres
en cualquier momento, en cualquier lugar,
la ley es Buenos Días y Buenas Noches.
Otros dicen, la Ley es nuestro Destino;
otros dicen, la Leyes nuestro Estado;
otros dicen, otros dicen
la Ley ya no existe,
la Ley ha desaparecido.
Y siempre la muchedumbre furiosa y vociferante,
muy furiosa y muy vociferante,
la Ley somos nosotros,
y siempre el débil idiota débilmente Yo.
Si nosotros, cariño, sabemos que no sabemos más
que ellos sobre la Ley,
si yo no sé más que tú
qué deberíamos y no deberíamos hacer
salvo que todos aceptamos
de buen grado o por fuerza
que la Ley es
y que todos lo sabemos,
si por tanto pensando que es absurdo
identificar la Ley con otra palabra,
a diferencia de tantos hombres
no puedo decir que la Ley es otra vez,
no más que ellos podemos sofocar
el deseo universal de descubrir
o zafarnos de nuestra propia situación
hacia una condición indiferente.
Aunque al menos puedo limitar
tu vanidad y la mía
a expresar tímidamente
una tímida similitud,
alardearemos de todos modos:
como el amor, digo yo.
Como el amor que no sabemos dónde o por qué,
como el amor que no podemos imponer ni abandonar,
como el amor que a menudo lloramos,
como el amor que rara vez conservamos.
Septiembre de 1939
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"
MELANCOLIA DE FUNERAL
" Para todos los relojes, corta el teléfono,
impide que el perro ladre con un hueso jugoso.
Silencia los pianos, y con tambor amortiguado,
trae afuera el cajón, deja que los afligidos vengan.
Deja que los aviones circulen gimiendo por encima,
garabateando en el cielo el mensaje "él esta muerto".
Pon grandes cintas alrededor de los blancos cuellos de los cisnes.
Deja que los policías de trafico usen negros guantes de algodón.
Él era mi norte, mi sur, mi este, y oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso de Domingo,
mi mediodía, mi medianoche, mi habla, mi canción.
Pense que amor duraría para siempre. Estaba equivocada.
Las estrellas no son deseadas ahora, apaga todas y cada una.
Envuelve la luna y desmantela el sol.
Vuelca el océano y barre la madera.
Porque ahora nada podría hacer ningún bien. "
PARAD LOS RELOJES
Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar a los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.
Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de
algodón.
Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.
Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.
TAMBIÉN NOSOTROS VIVIMOS
BUENOS TIEMPOS
También nosotros vivimos buenos tiempos
cuando el cuerpo sintonizaba con el alma,
y bailamos con nuestros amores sinceros
a la luz de la luna llena,
y nos sentamos con los sabios y los justos
y fuimos ganando ingenio y alegría
en torno a algún plato selecto
gracias a Escoffier.
Y sentimos esa gloria impertinente
que las lágrimas suelen alejar,
y quisimos que los corazones briosos
cantasen con el estilo grandioso de los antiguos.
Pero fuimos importunados y fisgados
por la multitud promiscua,
los editores nos convirtieron
en fraudes para aturdir a la multitud,
todas las palabras como Amor y Paz,
todos los discursos cuerdos y positivos
fueron ensuciados, profanados y degradados,
los convirtieron en un chirrido horroroso.
Ninguna oratoria sobrevivió
a aquel pandemonio
salvo la amarga, la soterrada,
la irónica y la monótona:
¿y dónde encontraremos cobijo
para la alegría o el simple bienestar
cuando apenas queda nada en pie
más que los suburbios de la discordia?
DESPUÉS DE LEER UN MANUAL
DE FÍSICA MODERNA PARA NIÑOS
Si fuera cierto todo lo que sabe
sobre la Verdad un físico experimentado,
entonces cualquier hijo de vecino,
por mucha futilidad y mugre
que haya en nuestro mundo cotidiano,
lo tiene mucho mejor en la vida
que las Grandes Nebulosas
y que los átomos de nuestro cerebro.
El matrimonio casi nunca es una maravilla,
pero seguro que debe ser mucho peor
correr como las partículas
a miles de millas por segundo
por un universo
en donde el beso de tu amante
o bien no se notaría
o bien te rompería el cuello.
Aunque esa cara que veo
cuando me afeito sea cruel
porque año tras año rechaza
a un pretendiente que envejece,
al menos, gracias a Dios, tiene
bastante masa para no deshacerse
y no convertirse en un potaje indefinido
que está parcialmente en otro sitio.
Nuestros ojos prefieren
que el lugar que hemos de habitar
tenga una perspectiva geocéntrica,
que los arquitectos construyan
un tranquilo espacio euclidiano:
son mitos agotados, pero ¿quién
se sentiría en casa en una montura
que no para de expandirse?
Esta pasión que tenemos
por el proceso de investigación,
es un hecho que nadie puede cuestionar,
pero yo la disfrutaría más
si supiera con mayor claridad
para qué queremos el conocimiento,
y si tuviera la seguridad de que la mente
todavía es libre para saber si quiere saber.
Parece que eso ya fue decidido
de una vez por todas,
y ya descubriremos más adelante
si nuestro interés por las magnitudes
extremas puede dar lugar a una
criatura de tamaño mediano,
o si resulta sabio en definitiva
hacer política con la Naturaleza.
FUNERAL BLUES / W.H. .BAUDEN. / CUATRO BODAS Y UN FUNERAL
(CUATRO BODAS Y UN FUNERAL)
Funeral Blues
W.H. BAUDEN
Stop all the clocks, cut off the telephone.
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.
Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling in the sky the message: He is Dead,
Put crêpe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.
He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last forever, I was wrong.
The stars are not wanted now; put out every one,
Pack up the moon and dismantle the sun.
Pour away the ocean and sweep up the wood;
For nothing now can ever come to any good.
Detengan todos los relojes,
Corten el teléfono.
No permitan que el perro ladre, con un hueso jugoso,
Silencien los pianos.
y con el redoble sordo del tambor
saquen el féretro,
Que pasen los dolientes.
Que los aviones vuelen en círculos sollozando
y escriban en el cielo el mensaje: Él está muerto.
Que las palomas lleven crespones de luto alrededor de su blanco cuello.
Que los policías de tránsito se pongan negros guantes de algodón.
Él era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste.
Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso.
Mi mediodía, mi medianoche, mi voz y mi canción.
Creí que el amor duraría para siempre: me equivoqué.
Ya no quiero más estrellas: apaguenlas todas.
Empaquen la Luna, desmantelen el sol.
Vacíen el océano y talen los bosques:
ya nada podrá hacerme algún bien.
martes, octubre 27, 2020
FOTOS HOTEL PAPAGAYO EN MEDIATECA INAH .- LIGA
FOTOGRAFÍAS DEL HOTEL PAPAGAYO Y OTROS DE ACAPULCO.
MEDIATECA INAH
domingo, octubre 25, 2020
PEQUEÑA Y PERSONAL HISTORIA DE LAS MUÑECAS DE PAPEL: POR LORETO CASANUEVA
Pequeña (y personal) historia de las muñecas de papel: especial de Navidad
Publicado el diciembre 23, 2015 por CECLIREVISTA
por Loreto Casanueva
Editora de CECLI
Muñeca de papel “Twiggy”, Whitman, 1967. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
Ya no soy una niña, pero juego con muñecas. Las visto, las accesorizo, las peino. No son Barbies ni Blythe Dolls: son muñecas de papel. Tuve algunas cuando era muy pequeña. Probablemente, la primera me la regaló mi mamá, un día que tuve que quedarme en cama. La dejó debajo de mi almohada y, cuando desperté y la descubrí, me puse feliz. Solo necesitaba tijeras y algo de buen pulso para cortar los abrigos y los vestidos -¡con mucho cuidado de no mutilar las lengüetas!-, y vestir a unas niñas de cartulina que poco se parecían a las muñecas tridimensionales que teníamos mis amigas y yo. Pese a ser planas, estas muñequitas troqueladas me parecían más reales y más semejantes a mí, pero también es cierto que sus rostros tenían un fulgor que las hacía misteriosas y distantes. Ya adolescente, quise recuperar mi colección, hasta que advertí que se había perdido entre otras de esquelas y servilletas. Decidí empezar de nuevo, movida por la nostalgia de mi infancia y, especialmente, por una extraña nostalgia de épocas en las que no viví. Desde ese momento, cada vez que voy a una feria o mercado de antigüedades, busco muñecas de papel. Mis amigas y mi mamá multiplican las piezas de mi colección con muñecas tradicionales y otras autoadhesivas y magnéticas. Para cada cambio de estación, mi muñeca favorita, Twiggy, luce una tenida hermosa y apropiada.
Desde que existe el papel, el ser humano ha creado con él toda clase de juguetes, en especial, muñecos, hechos y coloreados a mano, luego impresos y seriados, bendecidos por la invención de la cromolitografía en 1837. Sin embargo, las muñecas de papel, con las características con que las conocemos hoy, con prendas y accesorios recortables y desmontables, a veces con un pequeño pedestal de cartón y generalmente con un nombre propio, datan del siglo XVIII parisino y no habrían nacido propiamente como juguetes, sino como figurines a pequeña escala de los diseños de los grandes sastres de moda, con el fin de mostrar a sus potenciales clientas cómo se veían puestos los vestidos. Por lo tanto, las muñecas recreaban mujeres adultas y aristócratas. Otro antecedente son los pantins, marionetas de papel también de origen francés, como esta de Arlequín, uno de los personajes de la Commedia dell’Arte.
Pantin, mediados del siglo XIX, Boston Children Museum.
Históricamente, las muñecas, en todos sus formatos, han sido, por una parte, juguetes que permiten el desarrollo cognitivo y creativo de niños y niñas, pues los convierten en personajes de historias creadas por ellos y ellas y, de manera secundaria, un modo de imprimir el sello y el sesgo de género a estos niños y niñas. Las mujeres debían procurar jugar con muñecas para prepararse para su futuro rol de madre, protectora y amorosa 1. Sin embargo, no es mi deseo hablar de los roles de género impuestos por los juguetes, sino más bien consignar una dimensión suya que se suma a esta y a la educativa. Como les contaba anteriormente, las muñecas de papel despuntan al alero de la moda, espejeando las tendencias vestimentarias de una época, y también aportando en la formación del buen gusto en el vestir, tanto para las niñas como para sus madres. En 1791, a pocos años del nacimiento de estas criaturas de cartón, el Journal des Luxus und der Moden, una de las primeras publicaciones de moda de la historia, anunciaba una muñeca de papel inglesa que contaba con una gran variedad de vestidos y sombreros, declarando que “es propiamente un juguete para niñitas, pero con el que . . . las mujeres adultas también quieren jugar, por lo que puede observarse su buen o mal gusto en el vestir y en el peinado que escogen [para ellas]” (ctd en Burley 13, la traducción es mía). Así, las muñequitas de papel brindaban la posibilidad de vestirlas y accesorizarlas a voluntad, combinando prendas y colores según contextos y, además, jugar con ellas, creando fantásticas historias y aventuras.
Muñeca de papel de perfil, Alemania, 1790, Theriault’s.
Hoy, las muñecas de papel corren el riesgo que corre cualquier objeto hecho de papel: su progresivo deterioro. Sin embargo, cuando las encontramos, no solo son juguetes, sino también vivaces miradores desde los que podemos observar las modas de los siglos XVII, XVIII y XIX. La página web Collectors Weekly no pudo decirlo mejor: “posiblemente el más desechable de todos los juguetes, un set de muñecas de papel que sobrevive ofrece una gran ventana hacia la moda y la cultura de su tiempo” (la traducción es mía) 2. Cuando encontramos muñecas de papel antiguas en una tienda, en general las encontramos con dobleces, manchas, prendas menos y otros accidentes. Aunque, claro, ello no es del todo catastrófico: es así como reparamos en que una niña, en una ya lejana jornada, se divirtió de lo lindo con ellas.
Desde 1810, diversas compañías europeas iniciaron la comercialización de muñecos de papel con figuras de niñas y niños, como la marca inglesa S&J Fuller con “The History of Little Fanny”, un cuento moralizante que tenía por protagonista a Little Fanny, una chiquilla de buenos sentimientos, dueña de un nutrido armario de tenidas y sombreros preciosos. La tendencia fue exportada hacia Estados Unidos, donde destacó J. Belcher con “The History and Adventures of Little Henry”. Como puede apreciarse en las imágenes, las figuritas no tenían aletas plegables, por lo que los trajes se pegaban con gotitas de cera de abejas.
“The History of Little Fanny” y “The History and Adventures of Little Henry”, Inglaterra/Estados Unidos, 1810/1812, Theriault’s.
Pronto la industria de las muñecas de papel no solo crearía personajes infantiles como Little Fanny y Henry, sino también recrearía a celebridades de la época, como la viajera Nellie Bly y la Reina Victoria.
Muñeca de papel de la Reina Victoria, Inglaterra, c.1900, Museum of Play.
Victoria, cuando aún era princesa, dedicaba su tiempo libre a escribir y decorar su scrapbook, un tipo de diario de vida de recortes y recuerdos muy común en la era victoriana (¡una era fascinada por el papel, los cromos, las tarjetas de saludo y los objetos sentimentales!), así como también a ilustrar y pintar muñecas de papel con su institutriz, la Baronesa Lehzen. Lady Maria, la cuarta muñeca de la imagen, fue una de sus creaciones.
Muñecas de papel ilustradas por la Baronesa Lehzen y la Princesa Victoria, Inglaterra, c.1830, Royal Collection Trust.
Aunque pudiera parecer una pasatiempo de la realeza, durante los siglos XIX y XX, las muñecas de papel eran confeccionadas por princesas, doncellas y dueñas de casa. En 1856, la editorial neoyorkina Anson D. F. Randolph, publicó el libro Paper Dolls and How to Make Them, escrito por una anónima madre que invitaba a sus congéneres a hacer muñecas de papel en casa, para el divertimento de sus hijas y el suyo: el libro comienza con una dulce queja sobre su infancia, tiempo en que no existían esta clase de juguetes tan atractivos. Al año siguiente, y gracias a la popularidad de ese libro , la editorial lanzó Paper Dolls’ Furniture and How to Make It or How to Spend a Cheerful Rainy Day. Así, la confección de muñecos buscaba reunir a familias completas en torno a retazos de tela, encajes, cartulina y papel crepé, una materia prima que sería fundamental para investir de mayor verosimilitud al traje de las muñecas. Hacia 1890, la compañía estadounidense Dennison Manufacturing Co. innovó en el mercado gracias a la creación y venta de vestidos de papel crepé y tissue para muñecas, y de manuales para aprender a hacerlos en casa, con los papeles de más de cien colores que la misma empresa fabricaba. ¿El resultado? Una tierna muñeca de papel con ribetes tridimensionales, textura y algo de volumen.
Muñeca con vestido de papel crepé, Dennison Manufacturing Co., Estados Unidos, 1920, National Trust Museum of Childhood.
En las primeras décadas del siglo XX, las familias podían crear muñecas con sus hijas, gracias a publicaciones que enseñaban su confección, pero también podían recibirlas como regalos de algunas revistas. Es el caso de la tradicional Good Housekeeping (la revista en que Virginia Woolf escribió algunos ensayos sobre la vorágine de la vida londinense, en los locos años 20), a la que varias familias de clase media estaban suscritas, que incluía en sus números muñecas como Polly Pratt, ilustrada por Sheila Young. Cada mes Polly renovaba su guardarropa según la ocasión: Pascua de Resurrección, Halloween, un paseo al campo e, incluso, ¡una fiesta de muñecas!
Polly Pratt y su muñeca, Revista Good Housekeeping, Inglaterra, Octubre 1919, The Paper Collector.
Otra revista destacada en la publicación de muñecas de papel fue McCall’s. Un gran hito acontece en mayo de 1951, de la mano de la ilustradora Kay Morrisey: la revista lanza la muñeca Betsy McCall, haciendo de su figura la portada del ejemplar de ese mes. Betsy, como Polly Pratt, va al colegio, asiste a muchas fiestas, emprende muchos viajes y tiene muchos amigos. Cuando ellos o los padres de Betsy son publicados en algún número de la revista, aparecen también en formato muñeca de papel, por lo que las niñas que las coleccionaban podían contar con decenas de muñecos. Las niñas que jugaban con Betsy y se deleitaban con la belleza y el colorido de sus prendas y accesorios, siempre a la moda, podían pedirle a sus madres que las vistieran como ella, ¡pues la revista incluía moldes para replicar los trajes! Claro, Betsy se alzaba como un lindo juguete que toda niña estadounidense quería tener, pero también como una jugada astuta de McCall’s, compañía que tradicionalmente vendía patrones de ropa y que podía publicitar, a bajísimo costo, sus productos a través de ella.
Portada de la revista McCall’s, mayo de 1951, presentando a la muñeca de papel Betsy McCall.
Betsy McCall y su mamá, Revista McCall’s, Estados Unidos, diciembre de 1952.
Entre los años 30 y 60, la llamada “Era de oro de las paper dolls“- nacida tras la Gran Depresión de 1929, que hizo de estos juguetes una alternativa económica de entretención-, las muñecas de papel no solo recreaban a las niñas de la época, a través de Polly o Betsy, sino también a los soldados de las guerras mundiales, convirtiéndose en juguetes favoritos de los niños, a personajes de las películas de Disney, como Blanca Nieves, y a íconos del cine y del glamour, como Chaplin, Shirley Temple, Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor. A través del juego, las niñas y adolescentes intruseaban ilusoriamente en los roperos y tocadores de sus estrellas de cine, y manipulaban las réplicas en cartulina de sus lujosos y maravillosos trajes.
Trajes y muñeca de papel de Elizabeth Taylor, Whitman, 1957.
Si de fantasías se trata, la fiebre por Elvis Presley despertó en las jóvenes el deseo por vestir (¿y desvestir?) virtualmente al guapísimo cantante. El deseo se cumple al menos con este muñeco de papel, ya no ilustrado, como era la constante de los juguetes anteriores, sino fotografiado en una enigmática pose, dipuesto para ser engalanado con trajes para distintas actividades.
Muñeco de papel de Elvis Presley, Pageant Magazine, 1957, Collectors Weekly.
Twiggy, la primera supermodelo, fue una celebridad de los años 60. Se vendieron pestañas falsas como las suyas, loncheras con su retrato y muñecas de papel, lanzadas en 1967 por la editorial estadounidense Whitman. Twiggy venía en una colorida carpeta con fotografías, con un armario colmado de prendas perfectas para todas las estaciones, con una variedad increíble de sombreros, zapatos, carteras, un teddy bear e, incluso, una coqueta trenza.
Muñeca de papel “Twiggy”, Whitman, 1967. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
Sobre las muñecas de papel en el Chile de esos años poco o nada se ha registrado. Mi mamá y mi tía materna, quienes compraban muñequitas en librerías, bazares y kioskos, me contaron que las adquirían periódica y fervorosamente en diversos formatos: pliegos, láminas o cuadernos, con imanes para la sujeción, incorporadas en revistas, etcétera. Jugar con ellas era uno de los grandes pasatiempos de la época, al son de las canciones de moda que rodaban en los tocadiscos. Algunas niñas no se conformaban con el ajuar que las muñecas traían, así que dibujaban y coloreaban nuevas prendas para ella. Sé de muchas diseñadoras de vestuario que decidieron seguir esa carrera inspiradas por su hobbie infantil. “Mi Muñequita”, de la marca de plásticos Reicolite, debe datar de la década de los 50 y, según lo que he podido averiguar, fue creada en Chile.
“Mi Muñequita”, Reicolite, ¿Chile?, c. 1950. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
Gran parte de las muñecas de papel con las que jugaban las niñas chilenas provenían del extranjero, especialmente, de España, como las de la Editorial Roma, que lanzó muchísimas colecciones entre los años 60 y 70. Mi favorita es la colección “Astro” de 1963, ilustrada por la maravillosa ilustradora catalana Francisca Gallarda Garós (cuyas elegantes criaturas sesenteras de ojos grandes, estoy segura, muchos de ustedes conocen).
Muñeca de papel de la colección “Astro”, lámina 27, Editorial Roma, 1963.
Recuerdo que las primeras muñequitas de papel que adquirí para mi colección de adulta fueron unas también catalanas, ilustradas por Manuel Jiménez Arnalot, que datan de 1974. Dos muñecas venían en un pequeño cuaderno, con más de diez tenidas para todas las ocasiones, climas y ocupaciones imaginables. ¡Una de las tenidas traía una mítica foto de John Lennon, que la muñeca colgaría en su casa!
Muñecas de papel “Colección Modelito”, n° 24, Arnalot Editor, 1974. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
Como les contaba hace un momento, moda y muñecas de papel han crecido juntas. El ilustrador estadounidense Tom Tierney dedicó gran parte de su vida, desde los años 70, a crear muñecas de papel que lucen vestidos de alta costura, por ejemplo, de Coco Chanel, Madeleine Vionnet, Mariano Fortuny, Paul Poiret y la inigualable Elsa Schiaparelli.
“Chanel Fashion Review”, de Tom Tierney, lámina 1 (diseños de Cocteau y Chanel), Dover Publications, 1986. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
“Art Déco Fashions”, de Tom Tierney, lámina 15 (diseño de Schiaparelli, a partir de ilustración de Cocteau), Dover Publications, 2005. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
Recuperando la antigua modalidad de presentación de diseños en formato muñeca de papel, la maison Louis Vuitton creó, junto a la estilista Kim Hersov y la ilustradora Kerrie Hess, una serie de recortables con figurines y prendas de la colección prêt-à-porter primavera-verano 2013… ¡La pasarela se trasladaba a la casa!
Muñecas de papel Louis Vuitton, 2013, Vogue.
Una mención especial merecen las muñecas de papel que recrean los trajes típicos de diversas naciones y pueblos, como la colección Friends Around the World, de Ruth y Bill Morehead, que data de fines de la década de los 80.
Traje de muñeca de papel de Japón, Colección “Friends around the World”, c. 1985-1990.
Otro lindo ejemplar inspirado en la cultura japonesa es Aiko, ilustrada por Yuko Green. La novedad de esta muñequita de papel es que su indumentaria, esencial para asistir a festivales y matrimonios de su natal Japón, es autoadhesiva, 3.
“Aiko from Japan”, de Yuko Green, Dover Publications, 1997. Colección de Loreto Casanueva. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
Pensé, por último, en hablarles de algunas plataformas digitales que durante la primera década del siglo XXI crearon muñecas a las que podíamos vestir con trajes tan preciosos que nos hacían soñar, como la desaparecida página web japonesa Poupée Girl. Pero estas muñecas ya no estaban hechas de papel, sino que eran virtuales, por lo que sus características distan bastante de las que hemos revisado panorámicamente aquí.
Esta es una historia que se seguirá escribiendo. La bibliografía sobre las muñecas de papel es limitada y existe un bajo número de publicaciones que se ocupe de sistematizar seriamente su historia alrededor del mundo. Hace poco más de un mes, la editorial española Diábolo Ediciones lanzó el libro “Vestidas de papel. Un recorrido nostálgico por las muñecas recortables de nuestra niñez”, de los autores Núria Simón y Guillem Medina. El libro ya viene en camino hacia mi buzón, y merecerá sin duda una reseña.
De tela, crepé o cartulina, juguetes y jugadas publicitarias, fuentes de historias y fantasías, espejos en miniatura de los hábitos vestimentarios de una época y de un territorio, pequeñas obras de arte -a veces, de ilustradores ánonimos- y sencillos pero invaluables objetos de colección, las muñecas de papel prometen sobrevivir a este siglo que sobrevalora el touch y desprecia el tocar y jugar con las manos y la imaginación. Y prometen hacer sobrevivir, con su belleza y candidez, a la niña o el niño que llevamos dentro.
Bibliografía
“American Paper Dolls”. Victoriana Magazine. http://www.victoriana.com/paperdolls/paperdolls.htm
Burley, Nicki. “The Best Dressed Doll”. United Federation of Dolls Clubs Inc. ‹http://ufdc.org/wp-content/uploads/2014/01/pd-craft-sum14.pdf
Oatman-Stanford, Hunter. “From Little Fanny to Fluffy Ruffles: The Scrappy History of Paper Dolls”. Collectors Weekly. 15 Jul. 2013. ‹http://www.collectorsweekly.com/articles/the-scrappy-history-of-paper-dolls/›
Paper Dolls and How to Make Them. New York: Anson D.F. Randolph, 1856. ‹http://www.antiquepatternlibrary.org/pub/PDF/C-HW007Randolph.pdf›
“Vintage Paper Dolls”. Collectors Weekly. ‹http://www.collectorsweekly.com/dolls/paper-dolls›
1. No puedo dejar de recordar el cuento “Un árbol de Noel y una boda” de Fiodor Dostoievski, en el que el perverso Yulián Mastakóvich le revela a una pequeña niña, que será su esposa en unos cuantos años, que la muñeca que le han regalado esa navidad es para que “sea buena y cariñosa”.
2. “Vintage Paper Dolls”. Collectors Weekly. 17 dic. 2015 ‹http://www.collectorsweekly.com/dolls/paper-dolls›
3. La cultura japonesa cuenta con una rica tradición de juguetes vinculados a festividades y momentos de la vida de los niños y las niñas, como las shikishi ningyô o muñecas de papel. Estas no se visten, sino que están confeccionadas con este material.
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