24 de octubre de 2013 | 20:27 CET
Sin duda el pan mexicano que más me gusta es el pan de muerto. Hace poco me preguntaron si sabía el origen de este pan tan tradicional y la verdad no tenía ni idea. Así que me puse a investigar un poco. Descubrí que existen muchas teorías sobre su origen y al parecer no existe ninguna confirmada al 100%.
Un poco de historia…
Algunos historiadores afirman que el pan de muerto nace cuando los antiguos pobladores de Mesoamérica enterraban a sus difuntos con todas sus pertenencias y se incluía un pan para que tuvieran que comer en su camino a la otra vida.Otros historiadores creen que cuando los españoles llegaron a Mesoamérica quedaron impactados por los rituales de sacrificios humanos que realizaban los aztecas. En especial con la ceremonia que consistía en sacrificar a una mujer, sacarle el corazón y sumergirlo en un recipiente de barro lleno de semillas de amaranto tostadas. El líder de la ceremonia mordía el corazón en honor a los dioses. En un intento por eliminar este ritual, a los conquistadores españoles se les ocurrió elaborar un pan en forma de corazón y cubrirlo con azúcar pintada de rojo para simular la sangre.
¿Por qué tiene esa forma?
Algunas personas opinan que las cuatro líneas representan los cuatro puntos cardinales del calendario azteca, que a su vez se relacionan con las cuatro principales deidades aztecas (Quetzalcóatl, Xipetotec, Tláloc y Tezcatlipoca).
Otras personas afirman que las líneas representan los huesos de aquellos que han muerto y la bolita del centro representa el corazón o el cráneo. Algunos consideran que son las extremidades y el cráneo saliendo de una tumba. Y otros opinan que son las lágrimas derramadas por los que ya se fueron y la forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte.
Y así es cómo se cree que surgió el pan de muerto, el cual se fue modificando de diversas maneras hasta llegar al pan que conocemos actualmente y que ha llegado a ocupar un lugar muy especial en todas las casas mexicanas. Cierro con este refrán que ejemplifica el amor de los mexicanos por el pan de muerto: “Llévate mi alma, quítame la vida, pero de mi pan de muerto, ni una mordida”.