Obviamente no podemos compararlo con un concierto, en el cual podemos escuchar una larga lista de canciones que nos han movido el alma más de una vez, pero igual se saborea la charla, las risas, un José María Napoleón relajado, alegre, platicando sobre sus canciones y la historia de esas canciones a lo largo de su carrera.
Un José María muy delgado, con una voz impecable, un artista consagrado pero que conserva la humildad de sus inicios, que se acerca a la gente, que canta, que siente... Hace bromas, la gente ríe con sus historias y sus ocurrencias, anécdotas que son como cosquillas en el alma.
Mi corazón palpita al ritmo de su voz, mis recuerdos se agolpan unos contra otros, todos están presentes en un solo sentimiento. Quiero Más!!!, el tiempo pasa demasiado rápido y la Bohemia entra en su recta final, todos corean las canciones, aplauden, enloquecen, se emocionan y gritan: Otra, otra!!!.
Se escuchan las notas de "Vive", y José María comparte su música con sus compañeros de Bohemia, que a lo largo de la noche han cantado con él más de una de sus canciones.
Tengo en mis manos su libro, lo abrazo contra mi pecho, lucho por vencer mis barreras y me acerco al escenario, lo miro, le grito, pero mi voz apenas sale... hay otro hombre a mi lado que grita con más fuerza, voltea, nos mira... se acerca... a él le firma su disco: "Blanco y Negro", a mi me firma mi adorado libro: "Yo sólo quería ser Torero"... me sonríe y se marcha... Muero.
Es verdad, mi corazón se detuvo por unos segundos, mis manos tiemblan y la felicidad le da un brillo especial a mi rostro, río!!!.
Ha sido una noche perfecta... Nunca la olvidaré. Te amo y te amaré por siempre, con ese amor platónico, incondicional, eterno...
Lucía / 6 junio 2014.
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