Sirenita – Loading 17 Nov
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Jill: Voy a tomar clases de natación.
Abogánster del diablo: ¿No sabes?
Jill: No, nada.
Abogánster del diablo: ¿O sea que si te avientan a media piscina te ahogas?
Jill: Fácil, yo nadi de piedrita.
Abogánster del diablo: ¡Chócalas, yo tampoco se!
Fué un gusto no saber que soy una persona en edad adulta que no sabe nadar. ¿Sería la claustrofobia? ¿Sería esa ola que me revolcó en mi niñez? Quien sabe, pero yo normalmente sólo me mantenía cerca del agua embotellada. ¡Pero se acabó! Ya no quiero irme nomás a remojar las nachas a las albercas, quiero saber nadar y de paso, hacer ejercicio.
Estuve repasando muchas actividades para mover mi trasero lejos de ésta bendita silla oficinezca. MMA, Pole, Gym… y fué entonces que recordé que nadaba de piedrita. Fuí, saqué el presupuesto, me salía más caro que lo anterior, pero no importaba, el chiste era aprender algo nuevo, perder un miedo y hacer ejercicio…. ¡y hoy fué mi primer día!
Tengo dos entrenadores, uno es medio mamerto:
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Entrenador mamerto: ¿Cómo andamos en la nadada?
Jill: Mal, pésimo, nada de nada.
Entrenador mamerto: ¿Y eso?
Jill en su mente: ¿Usted sabe programar?… ¿Nooo? ¿Y eso?
Jill: Ya ve…
Entrenador mamerto: ¿No traes googles?
Jill en su mente: No venía en la lista de requerimientos…
Jill: No, ¿son necesarios?
Entrenador mamerto: Indispensables, no, necesarios, si.
Jill en su mente: Mamón
Jill: Al rato los compro.
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Total, ahí me tenía pataleando sentada y luego boca abajo y haciendo “respiraciones” (tomar aire por la boca, sumergirse y sacarlo por la nariz). Eso fué lo más difícil…. ¡que miedo! ¡Agua! Pero, creo que lo pude superar, pues cuando llegó el segundo entrenador (muy buena onda él) y me puso con mi tablita, ya metía la cabeza como toda una profesional (bien Phelps yo). Eso sí, seguro el cuate se la curaba desde arriba, pero en pago a la burla, me decía en qué la estaba regando (¿ya les dije que es rete buena onda?).
Así fué mi primer día haciéndole a la sirenita. La verdad es que me encantó, es muy relajante y te da mucha confianza, además, te enseña a relajar el cuerpo (¡sube la cadera! ¡relaja los hombros!) y sales fresco y no pegajoso.
Ya les contaré que tal me va en las siguientes sesiones.
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Dato curioso:
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Éste es un deporte para viejitos. Yo creo que la mitad de los que andaban pataleando eran viejitos… ¡pero viejitos! Hagan de cuenta que echan un montón de pasas a una olla con agua y tienen a mis “compañeros de alberca”. Eso sí, un gustazo ver a las viejitas en los aqua-aeróbics y después escucharlas hablar de lo bien que se sentían al hacer ejercicio.
Ah si, también fué divertido ver como se les salían los ojos cuando el instructor se quitó el pants y se puso su traje de baño para meterse. No está bueno, pero es joven y no es feo… ¿dónde estaba la cámara cuando la necesitaba?
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¡Al agua charal!
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