Jesús es el gran extraterrestre’
J. J. Benítez lanzó en Bogotá su octavo libro de 'El caballo de Troya'. Como se esperaba, es tan polémico como los anteriores.
El nombre de J. J. Benítez es sinónimo de controversia. El periodista español no duda de la existencia de los extraterrestres e incluso hizo un catálogo con alrededor de 3.000 tipos de estos seres en una de sus 30 obras. Ha dejado saber que sus principales detractores, la Iglesia y los agentes de los servicios de inteligencia, no desean que se sepa la verdad. Ahora regresa con el octavo libro de El Caballo de Troya, una exitosa serie que, con cerca de seis millones de copias vendidas, demuestra que sus teorías son taquilleras.
SEMANA: Ocho libros de 'El caballo de Troya', más de 4.000 páginas, ¿de dónde sale tanto tema?
J.J.B.: Hay una información principal que es la que sustenta toda la obra desde el primer libro. Y luego lo que he hecho es contrastar todo ese material con investigaciones y muchos viajes, especialmente a Jordania en esta oportunidad. He contado más de 14.000 fuentes informativas utilizadas en 22 años de trabajo.
SEMANA: ¿Cómo muestra a Jesús esta nueva obra?
J.J.B.: Los lectores se van a encontrar con el comienzo de su etapa como predicador, pero diferente a la versión oficial. Yo mismo me he sorprendido. Por ejemplo, lo que se conoce como la ceremonia del bautismo en el Jordán es más fascinante de lo que nos han contado, de que entró al agua y apareció una paloma. Lo de la paloma es un invento de los evangelistas.
SEMANA: ¿Cuál es la sorpresa?
J.J.B.: Una de ellas es que la voz que habla desde el cielo cuando Jesús es bautizado es femenina.
SEMANA: ¿Cómo ha sido el proceso para escribir sobre este tema?
J.J.B.: Es una serie de libros mágica. Yo tengo que ver poco, porque me pongo a trabajar cuando siento que alguien me empuja a hacerlo. Se podría tratar de un ser especial. Luego vienen la investigación y la escritura, que en este caso me tomó 158 días sin receso.
SEMANA: Cuando habla de los documentos de la fuente principal ¿a qué se refiere?
J.J.B.: Es una especie de diario, un manuscrito de unas 4.000 páginas que para mí es un tesoro porque me ha revelado un Jesús de Nazaret completamente diferente del que nos han contado siempre. Es más humano, más cercano, con un gran sentido del humor.
SEMANA: ¿Se considera escritor de ficción o de realidad?
J.J.B.: Tiene menos de ficción de lo que la gente piensa, casi nada. Todo es investigación porque es un trabajo periodístico. El sueño que siempre tuve antes de que esta información cayera en mis manos era contar la vida de Jesús como la habría contado un periodista.
SEMANA: ¿A qué se deben ciertas acusaciones de plagio?
J.J.B.: Eso forma parte de los intentos de ridiculización, de desprestigio por parte de sectores conservadores que dicen que mis libros son satánicos. No es justo porque siempre he tratado a Jesús como hombre-Dios. También los servicios de inteligencia norteamericanos. Por otra parte, he sentido presión y amenazas contra mi vida, pero prefiero no hablar del tema para no tentar al diablo.
SEMANA: También ha sido controvertido por dedicar parte de su trabajo al estudio de los ovnis. ¿Por qué se dedicó a este tema?
J.J.B.: En 1972 me mandaron a investigar un supuesto aterrizaje ovni, al sur de Bilbao, donde yo trabajaba. El tema nunca me había interesado. Pero me encontré con huellas extrañas de un objeto que, según los testigos, había estado ahí y había sobrevolado la zona.
SEMANA: ¿Entonces existen los extraterrestres?
J.J.B.: Por supuesto, son muchas las civilizaciones no humanas, pero sabemos muy poco de ellas. Está claro que son mucho más avanzadas. Tenemos los testimonios de millones de personas a lo largo de la historia, fotografías, pruebas de radar, huellas como los círculos de las cosechas.
SEMANA: ¿Los ha visto?
J.J.B.: He visto ovnis en cuatro ocasiones, pero a los extraterrestres no. Yo los llamo infiltrados, seres no humanos que adoptan el cuerpo de hombres y mujeres. Quizá son investigadores que no intervienen para no trastocar el curso de la humanidad.
SEMANA: Y, según su versión, ¿eso también lo habrían ocultado los servicios de inteligencia?
J.J.B.: Antes de morir, un militar de la Nasa me reveló que había ido a la luna a observar unas ruinas, unos edificios que habían sido detectados en la superficie y que en 1972 la misión Apolo 17 los habría destruido.
SEMANA: Usted ha dicho: "si supieran la verdad, no me creerían". ¿A qué se refiere?
J.J.B.: A lo que me contó esa fuente que no puedo revelar, un mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, como lo he escrito en El caballo de Troya, quien tuvo contacto con Jesús.
SEMANA: El libro habla de una máquina del tiempo en la que su fuente habría viajado al pasado a la época de Jesús. ¿Existe ese aparato?
J.J.B.: Yo, como periodista, cuento lo que me han contado, después de corroborar la información en la medida de lo posible.
SEMANA: ¿Qué pasó con este personaje?
J.J.B.: Murió. Hubo por lo visto un problema que los científicos no previeron, y es que se alteraban las neuronas y se producía un envejecimiento prematuro galopante.
SEMANA: ¿Y por qué ocultar esta información?
J.J.B.: Algunos militares se consideran en posesión de la verdad y se sienten más poderosos si el resto de la población no sabe nada.
SEMANA: De los ovnis pasó a Jesús, ¿cómo dio ese salto?
J.J.B.: Son dos temas diferentes, pero relacionados. Jesús es el gran Extraterrestre, con mayúsculas. Con eso quiero decir que su origen es divino, no humano, aunque haya nacido en Belén.
SEMANA: ¿Está construyendo un nuevo credo?
J.J.B.: No, lo planteado es sólo una posibilidad. Pero ya varias generaciones han leído la obra y pienso que cuando esté completa los lectores reconocerán que ese Jesús de Nazaret es mucho más asequible, interesante.
SEMANA: En total van a ser nueve libros de 'El caballo de Troya'. ¿De qué trata el próximo?
J.J.B.: De la vida pública de Jesús. Y tiene una enorme sorpresa.
SEMANA: En medio de tantas revelaciones sólo falta que diga que usted es extraterrestre...
J.J.B.: Según mi mujer, así es.
El salón de la Cámara de Comercio de Murcia se llenó hasta más allá de los topes, para someter a J. J. Benítez, que acaba de publicar Caballo de Troya 8, a un interrogatorio de más de dos horas y media. La sesión fue convocada por el Aula de Cultura de La Verdad, con la colaboración de Cajamurcia.
J.J. Benítez no es sólo un tipo que imagina, sino que se documenta de un modo diríamos que rabioso. Su capacidad para la ficción no conoce límites. Pues tiene facultades y atrevimiento para contarnos que un piloto americano estuvo cenando con Jesús de Nazaret y ambos compartieron una torta de saltamontes y dátiles. A eso hay que echarle mucha imaginación. Como a casi todo lo que aparece en los Caballos de Troya.
Escritores imaginativos ha habido muchos. Pero lo que distingue a Benítez es que, junto a esa desbocada imaginación suya, nos regala una enorme documentación. Tan exhaustiva que le imprime carácter y le otorga particularidad a su obra.
Si, pongo por caso, Juan el Bautista -mejor conocido por Yehohanan- acostumbra a llevar siempre consigo una colmena, ya que se alimenta sólo de miel, el lector acaba sabiendo hasta el número del carnet de identidad de la abeja reina. J.J. nos explica, por ejemplo, que «una abeja precisa dos horas de vuelo para llenar el buche de néctar». Esta de inventar y documentarse es una propiedad de la literatura de Benítez que la hace diferente y que justifica su tremendo éxito.
Tocante a la relación del autor con el protagonista de sus historias -que no es otro que el propio Dios hecho Hombre-, algunos pensarán que va más allá de lo que un buen cristiano entiende como prudente. Sacar a Jesús del estereotipo que nos han transmitido la religión y nuestra propia rutina, puede generar escándalo en algunos. Pero el prejuicio queda borrado desde las primeras páginas, porque el atrevimiento, la insolencia y la desfachatez del autor, mostrándonos a un Jesús de andar por casa, vienen superados por el amor y el respeto sin límites que le profesa al Maestro. Y este cariño entre el autor y el personaje no es cosa de ahora. Desde pequeñito, la personalidad de Benítez se adornaba de una inquietud espiritual fuera de lo corriente. A tan tierna edad, ya le tiraba lo esotérico, es decir, lo oculto y reservado.
Eso lo sé porque, hace justo cuarenta años, Benítez vivió en Murcia, ejerciendo como redactor de La Verdad. Y nos hicimos amigos. Por eso estoy en condiciones de decir que su sensibilidad por lo espiritual viene de muy antiguo. Al principio, empezó a intuir a Dios en el fenómeno ovni. Más tarde decidió trasladarse (en la persona de un militar americano llamado Jasón, a bordo de un objeto volante sí identificado) al tiempo y lugar en que vivió y murió Jesús de Nazaret. A esa operación la llamó Caballo de Troya. Y claro que hay ovnis en Caballo de Troya.
Me atrevería a decir que esta sería la conclusión del pensamiento de Benítez: «El Padre, más que crearnos, nos imagina. Él sabe por qué desciende sobre nosotros, nos habita, nos regala un alma inmortal y nos lanza a la más prodigiosa de las aventuras: buscarlo»