La Escritora
Siempre me he visualizado como una escritora, sin embargo, hasta este momento no han llegado a mi equipaje suficiente cantidad de experiencias, ni de visión para poder dibujar un libro. Podría hablar de los remolinos espirituales que amenazan con perder a la humanidad. Y todo ese montón de información que he almacenado acerca de cosas que en su momento, me parecieron interesantes, poetas, escritores, historiadores...todo lo que podría compartir con la gente que me rodea, y de tantas locuras que he realizado a lo largo de mi vida.
Hablando acerca de una de esas locuras, que se le meten a uno primero en la cabeza y luego se apoderan de todo lo demás; hubo una etapa en mi vida, que podría decirse es característica de “nuestro milenio”.
Primero fue la computadora, después el internet, y todo iba bien hasta ahí, hasta que alguien inventó el “Chat”, no es que sea malo, pero todo con medida... y el chat a veces nos hace caer en el uso desmedido...
Mi primer amor, quedó ya muy lejos aunque aún no la abandono del todo... mi máquina de escribir, aunque ahora la computadora es indispensable en cualquier parte, así que no me he alejado demasiado de lo que siempre he deseado hacer... escribir, solo he cambiado la forma, me he puesto al día... estoy en la “onda”... Cooooollllllllllllllllllllllllll.
Pero continuando con el asuntito ese del “Chat”, cuando lo conocí me pareció un mundo interesante, hasta divertido, hasta que me di cuenta de que uno invierte demasiado tiempo e involucra demasiado los sentimientos y la gente al otro lado de la computadora (sin distinción de hombre o mujer), la mayoría de las veces no es tan honesta o tan sensible como- por lo menos en mi caso-, siempre di por un hecho.
Tuve la oportunidad de conocer hombres de entre 18 y 59 años de edad, Mexicanos (like it), Españoles (Banana), Argentinos (hot, hot, ... banana), bueno, eso suponiendo que me dijeron la verdad. Y de profesión: taquero, vendedor, secretario, cirujano, chef, y hasta un diputado... (nice, nice... banana).
Me sorprendió la capacidad de enamorarse (o debo decir me sorprendió tanta falta de amor, y la necesidad tan apremiante de amar y ser amado... todo un sueño guajiro). Si, no cabe la menor duda, en este mundo actual caminamos de la mano de la deshumanización de nuestro entorno, creo que aquí y en china la vida se percibe como un trabajo sin diversión... lleno de pura obligación, sin tiempo para alimentar nuestro espíritu.
Estamos hambrientos de verdad, de sinceridad, de respirar, de ver el sol, las estrellas, el mar..., estamos saturados de banquetas, edificios, computadoras, y de trabajo. Ya no sabemos realmente cual es la finalidad de nuestras vidas, ya no tenemos tiempo de valorar nada, solo pasan los días y las noches... y otra vez el día y la noche y así vemos como cambian los números en los calendarios. Hasta que.... llego el chat y pudimos “creer” que teníamos lo que queríamos. ¿Por qué?. Alimentados de todas esas películas románticas que hemos visto en el cine, fabricamos las caras y los sentimientos de los que estaban del otro lado. Por eso siempre eran justamente lo que queríamos, lo que esperábamos, los que llenaban a la perfección el hueco que teníamos o sentíamos en el pecho, pero llegaba un momento en el cual ya no se podía sostener esa farsa, porque la verdadera persona no se podía ignorar: la teníamos parada enfrente y .... (Sorpresa!!!!), no era lo que creíamos, ni lo que esperábamos, y lo peor fue que ni siquiera nos detuvimos a pensar en todas las confidencias y sentimientos que compartimos en el chat con esa persona, cuando nos dimos la vuelta y salimos corriendo en sentido contrario a donde estaba nuestro “hombre o mujer ideal”. Vaya burla del destino. Pero llego un momento en que estuvimos de los dos lados de la ruleta, un día fuimos nosotros los que huimos de alguien al que sin consideración le dijimos alguna vez : “Te amo”, y al otro día, corrieron de nosotros, y fue cuando supimos que rompimos y nos rompieron... la... digo el “corazón”. (Que tristeza me dan todos los que estuvimos, están y estarán en esta situación). Pero hago esta declaración: “NO SOMOS CULPABLES DIRECTOS”. El mundo nos ha orillado a esto.
Es gracioso, (digo gracioso entre comillas, porque de afuera se ven mejor los toros, pero cuando estaba en la corrida, no era para nada gracioso).
En fin, como dije al principio, estamos en un remolino en donde podemos perder hasta el espíritu.
Caray, o carajo, da igual. Me gustaría poder evitarle a alguien la pena de perder su corazón en esta máquina insensible, en ayudarlo a poder distinguir entre la realidad y la ficción. En poner mi mano sobre el hombro de esa persona, para decirle: “No creas todo lo que lees ni escribas todo lo que no sientes”, porque al fin de la historia a los dos lados hay un ser humano cuyo único error es necesitar “Amor”, y su pecado es creer que los espejismos son reales. Cuando uno tiene sed ve a lo lejos un manantial, y hasta puede escuchar las burbujas del agua fresca que lo espera, y siente en la piel la brisita deliciosa que nos refresca por unos segundos... unos segundos que desearíamos que se convirtieran en “ETERNIDAD”. Así cuando uno se siente solo, ve moros con tranchetes, cualquier palabra de cariño nos hace reaccionar, o sobre-reaccionar.
A veces comparo a las personas con cachorritos. A un cachorrito se le acaricia la cabeza, en un gesto cariñoso (pero pasajero) y el cachorrito cree (y se siente) querido, e inmediatamente se siente apegado a esa persona y la sigue y le mueve la cola... pero ese cariñito no significaba que lo quisieran para toda la vida... o que fuera “AMOR ETERNO, E INOLVIDABLE...”, esa es nuestra realidad.
A veces (o casi siempre) quisiéramos que los demás adivinaran nuestras necesidades, leyeran nuestros pensamientos... casi, casi, que hicieran exactamente lo que nosotros haríamos por nosotros mismos. Como leí en alguna ocasión, “Estamos dispuestos a dar en la medida que deseamos recibir...”, pero desgraciadamente, damos, pero no recibimos igual... y la pregunta de los sesenta mil millones de pesos es.....¿¿¿¿¡¡¡¡PORQUE!!!!!!????. No, desgraciadamente, no tengo la respuesta, pero lo que si puedo decir es que no hay nada mejor que hablar, decir lo que uno quiere, y dejar de soñar que los demás son adivinos, porque nunca te leerán la mente, ni se anticiparan a tus necesidades. “Quien no habla, Dios no lo escucha”, y con respecto a Dios, él es el único que sabe lo que quieres y lo que necesitas, pero todos los demás somos simples mortales.
No sé si todo esto que digo tiene algún sentido pero... ojalá sirviera de algo.
Lo digo sinceramente.
Lucía.